domingo, 27 de marzo de 2011

Rousseff da un giro respecto a Lula en Brasil

Fueron suficientes los primeros tres meses de Gobierno, que se cumplirán la semana que viene, para poder afirmar que la presidenta Dilma Rousseff dio un giro a la gestión en el poderoso Brasil respecto a su antecesor, Lula da Silva. Esto no quiere decir que la alumna del carismático líder sindical, escogida por él para sucederle en la Presidencia, se haya divorciado de su mentor, pero Rousseff ha desmentido todos los análisis de la campaña electoral.
Hoy, la exguerrillera ya no es ante los brasileños un clon de Lula ni su sombra. Es ella, con su personalidad, claramente diferente en tantos puntos de su antecesor, que el influyente diario O Globo zanjó la comparación entre ambos con el título de Tan cercanos y tan distantes. El mismo diario destaca numerosas diferencias entre ella y Lula.
Lula da Silva se fue del Gobierno con un 80% de popularidad, pero su sucesora mantiene tras los primeros tres meses de presidencia una cifra de aprobación del 47%. El porcentaje es el mismo que tenía Lula al principio de su Presidencia.
El analista político Merval Pereira, comparando ambas presidencias, señaló que Rousseff "está acertando donde Lula había errado y quizás errando donde Lula había acertado".
Se refiere, en los aciertos, a su "capacidad de ser objetiva sin dejarse llevar por politiqueos".
Sin embargo, este analista advierte: "Sus aciertos en la política exterior, menos personalista y más pragmática, una conducción del Gobierno con sobriedad y un mayor rigor en sus posturas, podrían ser anulados por los problemas económicos".
La presidenta se propone nombrar a Lula embajador para los asuntos africanos y ella se ha adjudicado la tarea de acercar Brasil a los Estados Unidos y a Europa, unas relaciones que con Lula se habían deteriorado. También dio un giro en materia de lucha contra el narcotráfico y endureció su posición con Bolivia sobre esta materia.
Rousseff es una presidenta que no tiene el carisma popular de su antecesor, que se comunica mal con las gentes más pobres, ya que fue educada en una clase media alta, habla idiomas y es refinada culturalmente.
Pero, curiosamente, son los de menor renta los que hoy, a los tres meses de Gobierno, más elogian su forma de gestionar, convencidos de que ensanchará aún las políticas sociales.
En una cosa la exguerrillera no ha cambiado: sigue dura con ministros y asesores a quienes les pide cuentas y resultados cada día, rompiendo la idiosincracia de los políticos brasileños. Eso le encanta a la gente de la calle que pide más eficiencia en la gestión gubernamental. Todo un giro respecto a Lula.

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