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domingo, 24 de julio de 2011

Se tensiona el modelo chileno

Pese al enorme crecimiento de su economía y la consolidación de su democracia, la mayoría de los chilenos están descontentos porque los beneficios no llegan a todos y por un desgaste de una clase política que no ha logrado abrir el sistema democrático a una mayor participación en la toma de decisiones.
El cuadro se agrava porque la mayoría incrementó sus expectativas de mejora económica en un modelo que crece al 7% anual, pero que mantiene una brecha social, producto de la endémica desigualdad, que mantiene a casi el 20% de su población por debajo de la línea de la pobreza.
De hecho, según estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 15,1% de la población chilena es pobre, mientras que el 3,7% se encuentra en situación de extrema pobreza.
Pero los mayores reclamos están estallando en sectores de clase media, principalmente, estudiantes universitarios y secundarios, que demandan una profunda reforma del sistema educativo chileno por sus altos costos y por las diferencias existentes entre el sector privado, de mayor calidad, pero más caro, y el público, que ha quedado rezagado.
A esto se sumó el abierto rechazo de amplios sectores sociales a la construcción de represas en la Patagonia chilena, en el marco del megaproyecto hidroeléctrico de HidroAysén.
Las últimas encuestas del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC) señalan que más del 60% de los chilenos está molesto con la falta de resultados de la gestión del Gobierno del presidente Sebastián Piñera y más del 40% está descontento con los partidos políticos y el Parlamento que se mantienen en el poder y no resuelven los problemas sociales.
EL DEBER habló con las analistas María de los Ángeles Fernández, de la Fundación Chile 21, y Claudia Hernández, del Instituto Libertad y Desarrollo (LyD) sobre la situación en Chile (ver notas aparte).
Pese a que provienen de centros de pensamiento de raíces ideológicas radicalmente diferentes, uno vinculado al socialista ex presidente Ricardo Lagos y el segundo al ex ministro conservador Hernán Büchi, ambas coinciden en que Chile enfrenta una crisis de expectativas y un malestar social creciente, que plantea un desafío fundamental para el Gobierno del presidente Sebastián Piñera. Este contexto explica el profundo cambio de gabinete que se produjo el martes 19, con el remplazo o enroque de ocho jefes de cartera.
El mandatario ya batió un récord preocupante para su gestión: obtuvo un 31% de apoyo a su gestión en las encuestas, el más bajo en 20 años de democracia. Además, cambió a más ministros que ningún otro presidente en el primer año de gestión.

Los principales conflictos

Educación. Una movilización convocada por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) reclama una reforma del sistema educativo. Ya son 24 los jóvenes en huelga de hambre por la falta de respuesta del Ejecutivo.

Ecología. La construcción de un grupo de represas en el sur del país a través del megaproyecto HidroAysén fue paralizada por la protesta de diversos sectores sociales y organizaciones ambientalistas que alertaron por el impacto que tendría para el medioambiente en la Patagonia.

Mapuches. El pueblo mapuche demanda su reconocimiento como pueblo originario y su derecho a un territorio autónomo en Chile.

Desigualdad. Un 20% de la población se mantiene debajo de la línea de la pobreza. Pese a que los índices han bajado sustancialmente en los últimos 20 años, Chile aún aparece en el grupo de los países más desiguales de América Latina.

Participación. Las encuestas muestran un desgaste de la democracia concertada entre socialistas y democristianos, y, ahora, entre partidos de la derecha política.

Un país en cifras

Desempleo
7%
La tasa de desocupación aumentó en los últimos meses.

Pobreza
18,8%
Un 15,1% de la población es pobre, mientras que 3,7% es extremadamente pobre

Descontento
65%
La mayoría de la población no está contenta con los resultados del Gobierno

“Se desgastó la democracia pactada”
M. A. Fernández | Directora de Chile 21
María de los Ángeles Fernández es la directora de la influyente Fundación Chile 21, el centro de estudios fundado por el ex presidente socialista Ricardo Lagos.
- ¿Cuáles son las raíces de la actual crisis de confianza que enfrenta el Gobierno del presidente Sebastián Piñera?
- Efectivamente, el presidente Piñera enfrenta una fuerte caída en las encuestas de opinión, son cifras bastante preocupantes para el Gobierno. El mandatario está ostentando un poco más del 30% de aprobación, pero también es importante ver otras cifras relacionadas con la percepción que tienen los chilenos de sus instituciones, particularmente de los partidos políticos, del Parlamento y la descalificación que merecen las dos grandes coaliciones políticas, que son la Concertación (Partido Socialista y Democracia Cristiana) y la Alianza por Chile (Unión Democrática Independiente y Renovación Nacional). Y, como se observa con mucha nitidez desde afuera, las movilizaciones ciudadanas y el creciente nivel de protesta social articulada en torno a dos grandes temas: la demanda por una educación de calidad y por una reivindicación de la educación pública; y los reclamos por temas ecológicos expresados contra el megaproyecto hidroeléctrico de HidroAysén en la Patagonia chilena.
- ¿Hay un desencanto con el modelo económico con un enorme crecimiento, pero cuyos beneficios no han llegado a todos?
- Creo que el desencanto no es algo nuevo. Se ha mantenido en estado larvario por casi una década y cada cierto tiempo se actualiza y se explicita. A fines de los años 90, un estudio del PNUD mostraba que Chile era el país de la región que más avances presentaba en materia económica, pero los chilenos se reconocían como inseguros e infelices. Fue lo que se llamó ese ‘difuso malestar’, que resultaba como una paradoja que no se podía explicar. Unos decían que el chileno no había logrado adaptarse a las particularidades y exigencias de una sociedad de mercado y otros señalaban que había que apurar el tránsito a la modernidad, que hasta ese momento se veía como incompleta.
- ¿Un malestar que de ‘difuso’ se ha transformado en ‘crónico’?
- Exactamente, lo ha sufrido la Concertación con la derrota electoral de diciembre de 2009 y ante la Rebelión de los Estudiantes Secundarios, durante el Gobierno de Michelle Bachelet, y lo enfrenta hoy la Alianza por Chile que encabeza Piñera. Bachelet, por su estilo personal, logró mantener ‘larvado’ ese malestar y que al terminar su mandato hoy se expresa con muchísima más fuerza. Si bien la democracia chilena aparece como una de las más consolidadas de la región, hay un desgaste de esa democracia concertada que no ha logrado abrir mayores espacios de participación y tiene pendiente una profunda reforma política. Es una democracia de baja intensidad que tiene dos grandes déficits: es una democracia donde no hay competencia real, hay unas élites que vienen de los años 90 y son siempre las mismas, con mandatos sin límite; y, por otro lado, no tiene mecanismos de participación más directos, como el referéndum o la consulta popular. Nuestra clase política, durante 20 años, se acostumbró a una cierta manera de procesar sus problemas, sus demandas y llegar a los acuerdos. Esa modalidad está agotada y a Piñera le toca enfrentar un punto de inflexión, donde se verá su calidad de estadista. Él tiene que darse cuenta de que siendo un hombre de derecha le va a tocar tomar el toro por las astas y poner al día la democracia chilena. Hace falta impulsar un paquete más integral de las formas políticas. En el fondo, todo lo que está pasando en la calle, con demandas por una educación pública y un reclamo por proteger a la Patagonia, tiene que ver con una demanda por expresividad y participación.

“Hay un incremento de expectativas”
Claudia Hernández | Fundación Libertad y Desarrollo
Claudia Hernández es una de las principales investigadoras del prestigioso Instituto Libertad y Desarrollo (LYD), el mismo que fue fundado por el ex ministro de Economía Hernán Büchi.
- ¿Cuáles son las raíces de la actual crisis de confianza que enfrenta el Gobierno del presidente Sebastián Piñera, que llevó al cambio de ocho ministros de su gabinete?
- En el fondo, consideramos que los cambios en el gabinete no fueron necesariamente por las movilizaciones sociales que se están produciendo en el país. Pudieron haber tenido una influencia, pero básicamente existía la necesidad de incluir nuevas figuras con peso político. Ese cambio se venía pidiendo de los mismos sectores internos del Gobierno y también de la oposición. Creo que se trata de un ajuste siempre necesario cuando uno lleva ya un año de Gobierno y tiene que afinar bien los temas de la agenda de país que queremos llevar adelante. Se trató de reforzar la gestión con figuras que tienen un fuerte peso político.
- ¿A quiénes se refiere concretamente?
- Al presidente de la Unión Democrática Independiente (UDI), Pablo Longueira, que tuvo un rol fundamental durante el Gobierno de la Concertación y es considerado uno de los arquitectos del consenso en Chile para poner en marcha las reformas del Estado. Esto le permite a Piñera tener una mejor negociación con la oposición y con sectores en el interior de su administración.
- ¿Se busca oxigenar a un Gobierno que cae en las encuestas?
- Es cierto que existe una baja en la popularidad del presidente que es significativa. Esto no implica que se estén haciendo mal las cosas, al contrario, los índices económicos en Chile van muy bien y eso demuestra que las demandas que actualmente existen, como el caso de los movimientos estudiantiles, son por exigir mayor calidad de la educación. Sin embargo, no es una protesta por temas estructurales, como en otros países, como el tema de la democracia.
- ¿La gente ve que los beneficios del modelo económico no están llegando a todos?
- Chile está en pleno proceso de desarrollo y estamos avanzando hacia una mejora de las condiciones de vida de todos sus habitantes. Obviamente, hay mucha gente aún en situación de pobreza y, en ese sentido, las demandas se han disparado. Estamos trabajando en disminuir la desigualdad, pese a que esta objetivamente ha disminuido.
- ¿Qué está fallando, entonces?
- Nosotros consideramos que los movimientos de protesta actuales están relacionados con un problema del desarrollo. La gente ve que Chile está creciendo, que el país está cambiando en sus estructuras, y obviamente las demandas aumentan porque en el fondo buscan también lo mismo. Hay un incremento de las expectativas y como todos quieren el mismo desarrollo, entonces se disparan todos estos movimientos.
- ¿Y por qué cae Piñera en las encuestas?
- La caída en la popularidad de Piñera responde a los problemas de gobernabilidad producto de no contar con mayoría en el Congreso, tiene menor margen para negociar reformas que son importantes para atender estas demandas, que no solo pasan por los temas económicos, sino también por las demandas sociales. Esto ha llevado a un desgaste político del Gobierno. Además, falta comunicar cómo se están haciendo las cosas. Ese error es el que se pretende ajustar.
- ¿Cómo se explican los últimos movimientos de protesta en Chile?
- Hay un componente político importante, hay que saber que una parte de ellos están impulsados por una porción minoritaria de la sociedad chilena, que es el Partido Comunista. Los principales dirigentes estudiantiles son parte del PC chileno. Entonces, hay problemas evidentes, pero se han manipulado políticamente. En el fondo, esos sectores tienen el mismo discurso de los años 70.

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