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domingo, 31 de julio de 2011

Segunda vuelta para elegir a Gobierno en Buenos Aire

En las elecciones para elegir al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina, realizadas el 19 de julio, el actual mandatario Mauricio Macri obtuvo un triunfo aplastante —aunque no suficiente— con el 47 por ciento de los votos contra el casi 28% de Daniel Filmus, el candidato del Gobierno nacional.

Hoy Buenos Aires define en la segunda vuelta cuál de los dos se queda con el cargo, aunque difícilmente se podrá revertir aquella tendencia, dado que a Macri le bastará para superar el 50 por ciento de los sufragios con obtener un puñado de votos de la Unión Cívica Radical y de la Coalición Cívica de ‘Lilita’ Carrió, que ya le dieron su apoyo.

En esta entrevista, el sociólogo argentino Leandro Rodríguez explica por qué le va tan bien al empresario representante de la derecha argentina, responsable —entre otras medidas— de la represión en el Parque Indoamericano y de un duro discurso contra los inmigrantes bolivianos, peruanos y paraguayos en el vecino país.

—¿Por qué gana Macri y su partido, el PRO (Propuesta Republicana)?

—Hay cierto consenso entre los analistas locales en creer que el crecimiento con estabilidad, inédito por su duración para el país, favorece un clima conservador, de no mover el tablero ni las piezas. Sin dejar de ser cierto, este dato no alcanza para explicar el triunfo. Macri representa sin duda una continuidad con el ‘menemismo’ y aún con la dictadura del 76, es decir es neoliberalismo duro y puro. Y hay un piso del 30% en la ciudad de Buenos Aires que pide eso. Hay, sin embargo, una importante franja de votantes que afirman votar a Macri sin motivos ideológicos, ni de gestión. A esta franja se destinó la marea publicitaria del asesor de Macri, Barba Durán, evidentemente con éxito.

—¿En qué consistió esta publicidad?

—En un mensaje que se propuso generar empatía, que esa franja se identifique o se sienta al menos más cercana a Macri que a los políticos tradicionales. Pero ese mensaje positivo implicaba también un mensaje negativo: “Vos sos bienvenido” decía la publicidad, promoviendo que el argentino pobre se identifique con el éxito aparente del camino que muestra Macri y al mismo tiempo se sintiera distinto y mejor al boliviano o paraguayo que vive con él, en su mismo barrio. El PRO tuvo entonces una victoria ideológica a su manera: el modelo de vida sigue siendo el sentirse parte de una ciudad que se siente por encima y con derechos contra el resto.

—¿Se metió Macri con el Gobierno nacional?

—Sí y de modo sucio. Por primera vez bajo el Gobierno kirchnerista la derecha logra pegarle con éxito a la política de derechos humanos del Gobierno nacional, pegándole a las Madres de Plaza de Mayo por la corrupción en el manejo de obras de viviendas (llamaron a los domicilios preguntando si sabían de la corrupción en ese organismo). El kirchnerismo a su vez quiso ganarle a Macri sin confrontar, con una campaña por la positiva. El traspié con las Madres le quitó esa posibilidad y a la vez desde el punto de vista publicitario la derecha está mejor entrenada. Semanas antes de las elecciones, el Gobierno pudo haber confrontado y eligió no arriesgar su victoria casi segura a nivel nacional con una lucha abierta en Buenos Aires.

—¿Qué representa la victoria del PRO?

—En primer lugar representa un resurgir de la derecha y un llamado de atención al Gobierno nacional. En segundo lugar plantea una duda: ¿el Gobierno nacional seguirá desplazándose hacia la derecha para evitar perder votos por allí? ¿O volverá a tomar medidas progresivas como lo hizo luego de la derrota que sufrió ante los grandes propietarios de la pampa húmeda en el 2008?

—¿Esta derecha que avanza en Buenos Aires, está ligada a la de América Latina?

—Sí, claro. La victoria del PRO muestra la fuerza orgánica del neoliberalismo a nivel mundial. Todas las ciudades de Sudamérica más integradas al mercado mundial tienen gobiernos de derecha (San Pablo, Lima, Buenos Aires, Caracas, Santiago). Los principales agentes económicos de esas ciudades y sus influencias impulsan un contraataque neoliberal que impide la democratización de nuestras sociedades, la apropiación consecuente de nuestros recursos naturales y una renovación cultural hecha por nosotros mismos.

—¿Cómo repercute la victoria de Macri en las elecciones presidenciales de octubre?

—La ciudad de Buenos Aires, no obstante, tiene sólo tres millones de habitantes. El país tiene más de 40 millones y el área metropolitana de Buenos Aires 11 millones sin contar la capital. La mayor parte de los obreros y de los pequeños empresarios viven en los alrededores de la capital. La mayor parte del más del millón de bolivianos y del casi millón de paraguayos que viven en el país viven en esos alrededores. Y en esta área metropolitana hay un voto consolidado en el corto plazo por el Gobierno nacional, y mucho más aún en el interior del país, exceptuando el cordón central (de Entre Ríos a Mendoza, pasando por Santa Fe y Córdoba) que tiene el principal componente de la vieja inmigración europea y que tiene un importante desarrollo agroindustrial.

Es decir, el triunfo del kirchnerismo en octubre sigue estando asegurado. Pero, la oposición de derecha tendrá bases firmes desde las cuales plantearse si quieren ofrecer un proyecto de nación que pueda convencer y/o arrastrar a las mayorías. Hasta ahora hubo una sola vez que consiguieron imponer su proyecto mediante el voto: con Menem, el personaje de mayor imagen negativa del país.

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