Los argentinos se levantaron ayer con la noticia de que el oficialismo y los partidos de la oposición por fin lograron ponerse de acuerdo en algo. No en las medidas para hacer frente a la crisis energética –los apagones son pan de cada día- ni en cómo combatir la inflación, menos aún la creciente ola de delincuencia.
Los congresistas de ambos bandos aprobaron, por unanimidad y sin abstenciones, un aumento del 100% en sus dietas. A partir de marzo, ellos recibirán un neto de entre 30.000 pesos (7.500 dólares) y 35.000 pesos (8.700 dólares) cada mes.
Las críticas no se hicieron esperar. Pero el que dio la cara fue el jefe de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. "Las dietas estaban increíblemente deprimidas. No es posible que un diputado o un senador de la nación gane menos que un ministro. O peor aún, que un empleado jerárquico del Congreso", comentó el presidente de la Cámara Baja a la prensa. Era entendible el bochorno de Domínguez al dar explicaciones a una sociedad donde el salario bruto promedio es de 3.200 pesos (790 dólares) y el neto es de apenas la mitad de esa cifra.
"Es una vergüenza que se suban el sueldo de esa manera, cuando la mayoría de los asalariados tiene que suplicar y dar las gracias cuando nos dan aumento de 100 pesos", ha comentado Rosalía Núñez, una docente que percibe 2.900 pesos (661 dólares) al mes haciendo doble turno en una escuela privada.
Reciben 20 pasajes aéreos por mes. Además del sueldo, los legisladores cuentan con otros beneficios, como los 20 pasajes aéreos por mes y otros veinte por tierra, a los que tienen que desplazarse para cumplir con sus funciones. Es un secreto a voces que muchos parlamentarios canjean los vuelos que no realizan por dinero en efectivo, a razón de 110 dólares por pasaje. Además de esos beneficios, la nómina también incluye gastos de representación, vestuario y otras menudencias.
Los legisladores argentinos fueron ya duramente criticados el pasado año por el escaso número de sesiones parlamentarias que desarrollaron, quince en el Senado y diez en Diputados, la menor cantidad registrada desde el retorno de la democracia, en 1983.
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