viernes, 20 de abril de 2012

Jean-Luc Mélenchon es la revelación política

La monotonía de un debate a dos voces en la campaña presidencial francesa la rompió un candidato que conmocionó la contienda y se convirtió en una auténtica revelación política: Jean-Luc Mélenchon, del Frente de Izquierda.

En diciembre de 2011 los sondeos lo ubicaban en el quinto lugar, con cinco puntos de intención de voto y sin aparentes posibilidades de llegar a más, pero su movimiento ascendente continuó hasta rebasar la línea simbólica del 10%. La dinámica del Frente de Izquierda quedó confirmada el 18 de marzo cuando congregó a 120 mil personas en la emblemática plaza de la Bastilla de esta ciudad. Ese no fue un fenómeno aislado porque a la cita parisina le siguieron otras semejantes en Toulouse y Marsella, donde atrajo a miles de personas a sus mítines.

En dos meses triplicó su caudal de votos hasta el 15% y pasó a disputar el tercer lugar con Marine Le Pen, del ultraderechista Frente Nacional, por delante de François Bayrou, candidato del Frente Demócrata.

Dueño de una personalidad carismática, una sólida cultura y un profundo conocimiento de la realidad del pueblo francés, Mélenchon no es para nada un advenedizo en la lucha política.

Mélenchon, nacido el 19 de agosto de 1951 en Tánger en Marruecos, comenzó su carrera política en Massy y luego en el departamento de Essonne a partir del 1983; resultó elegido senador de Essonne en 1986 y reelegido en 1995 y 2004. Fue después eurodiputado y ministro de Enseñanza Profesional en el gobierno, entre 1997 y 2002, del ex primer ministro Lionel Jospin.

Conceptos claros y precisos sobre la reducción del desempleo, el aumento del poder de compra de los salarios o la restitución de los derechos de los trabajadores, rompieron el letargo de una campaña cuyos temas estaban centrados en las grandes finanzas y en la macroeconomía, muy lejos de la vida real de los franceses.

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