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martes, 12 de marzo de 2013

Carlos Ominami : “Lula llenará el vacío que deja Chávez en la izquierda regional”



Carlos Ominami fue ministro de Economía de Chile durante el Gobierno de Patricio Aylwin (1990-1992). Padre adoptivo de Marco Enríquez-Ominami Gumucio, excandidato presidencial por el Partido Socialista de Chile. Exmilitante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Ominami es uno de los dirigentes más importantes de la izquierda chilena. Vivió en Venezuela y fue observador de las elecciones de 2006 y 2012. Conoció personalmente a Hugo Chávez y desde ese lugar habló con EL DEBER.

¿Cuál ha sido para usted el principal legado de Hugo Chávez Frías?
Creo que tiene que ver, fundamentalmente, con la apertura de la participación política de los pobres en nuestras democracias tradicionalmente faltantes de energía. Chávez surgió de una República y una democracia moribundas. Se trata también de la redistribución del ingreso de la renta petrolera entre los sectores pobres que estuvieron excluidos de este proceso. Por otra parte, Chávez tuvo una enorme contribución al proceso de integración de América Latina. Estos son los tres grandes legados del presidente Chávez, que lo van a convertir en un punto de referencia muy importante, no solo en Venezuela, sino también en toda América Latina.
Chávez rompió con el sistema excluyente de las clases políticas tradicionales venezolanas, pero al final de su mandato de 14 años, los resultados para romper ese sistema son por lo menos debatibles. Bajó la pobreza y la desigualdad, pero al final de su gestión el desabastecimiento, la inseguridad y el quiebre económico son realidades concretas en Venezuela pese a la gigantesca renta petrolera. ¿Cómo ve esta contradicción?

Un talón de Aquiles muy evidente en la gestión del presidente Chávez es la administración económica. No es razonable que Venezuela no hubiera sido capaz, con la renta petrolera de la que goza, de diversificar su economía. Creo que un problema muy serio es que, lejos de disminuir, aumentó la dependencia del conjunto de la economía respecto de la renta petrolera. Creo que ese es un problema de sustentabilidad que es muy delicado.

Tampoco es comprensible que un país que tiene esos niveles de ingresos presente problemas de escasez. Me parece que cuando se amplía la distribución del ingreso como ocurrió en Venezuela, y dicho sea de paso es el país menos desigual de la región, se generan presiones de demandas de parte de gente que antes no tenía acceso al consumo de bienes que hoy día sí lo tiene.

Una economía como la venezolana está en condiciones de enfrentar estas situaciones. Hoy vemos que hay un manejo macroeconómico claramente deficiente.
Chávez despierta pasiones encontradas por un lado y por el otro. Están quienes lo aman y están quienes lo odian a rabiar. ¿Cómo ver la figura de este líder más fríamente ahora que está muerto?

No hay ningún líder que no sea controvertido. Los líderes por definición son controvertidos. Alguien que no genera controversia puede ser un santo, quizás, pero no un líder político. Esto como primera reflexión. Después, la sensación que tengo es que el impacto emocional, pero también político de Chávez, es mucho mayor de lo que uno podía pensar antes de su muerte. Nadie pensó que se iba a generar una reacción popular como la que ha surgido en estos días, con tal respaldo internacional y más de 30 jefes de Estado participando de un funeral impresionante. Chávez logró un objetivo que era muy importante: poner a Venezuela en el escenario mundial. Todo el mundo sabía que Venezuela era un país rico, pero la gente también se reía. Era una República muy poco respetada.

Hoy puede tener muchos cuestionamientos, pero es un país que tiene una influencia evidente. Venezuela ha hecho un esfuerzo solidario de magnitud al ayudar a Cuba, a varios países del Caribe. Este es un sentimiento muy fuerte por lo que, creo, se parece mucho al fenómeno del peronismo. Así como sigue habiendo peronismo sin Perón, vamos a tener chavismo sin Chávez por un tiempo largo.

¿Cuál es el desafío que tiene este “chavismo sin Chávez”?
Hugo Chávez es insustituible. Maduro no es Chávez. Esta realidad obliga al proceso a tener una mayor despersonalización del movimiento. Maduro no va a poder gobernar Venezuela como la gobernó Chávez. Esto va a obligar a generar más instituciones y generar una fuerza política más consistente que hoy en día no es el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Van a requerir un partido político más fuerte y van a requerir instituciones más fuertes. Pero también creo que tienen las condiciones para hacerlo. Tienen una mayoría política como para hacerlo y caminar en esta dirección. Tengo una visión optimista del futuro inmediato de Venezuela.
Todo lo que dicen los agoreros en sentido de que el chavismo se va a dividir tras la muerte de su líder creo que no va a ocurrir. Los principales liderazgos del chavismo saben que tienen una responsabilidad fundamental y es mantenerse unidos para sacar este proceso adelante. En esto, creo que hay un acuerdo muy sólido entre Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Rafael Ramírez Carreño, el presidente de Pdvsa. Maduro representa a la ciudadanía y el partido; Cabello a las Fuerzas Armadas; y Ramírez representa a la tecnocracia que tiene el chavismo.

Esta es una estructura de poder muy fuerte que se va a mantener por el tiempo que necesiten para garantizar la supervivencia del chavismo. Todo esto sobre la base de la mayoría social que lograron construir en todo este tiempo. La construyeron con la incorporación en la política de todos los sectores excluidos y de su incorporación en la distribución de la renta. Es lamentable cuando se resalta que el chavismo ha establecido una relación clientelar a partir de la distribución de esta renta, esto no creo que sea así.
La renta petrolera venezolana existía antes de Chávez, pero se repartía entre unos pocos. Lo que han hecho ahora es repartirla entre muchos más.

¿Usted lo conoció personalmente? ¿Cómo era Hugo Chávez más allá del líder político?
Lo conocí personalmente cuando estuve en Venezuela. Él era una persona extremadamente simpática. A Chávez siempre se lo presentó como un caudillo demagogo. Pero yo creo que tenía características que marcaban la diferencia. Era un tipo muy leído, con un gran conocimiento de la historia de Venezuela y de América Latina. Lo escuché de cerca hablar sobre el papel de Andrés Bello en el proceso de independencia venezolano y que vivió en Chile donde fundó la Universidad de Chile. El conocimiento de Simón Bolívar era al detalle. Chávez era alguien que estaba muy imbuido de la historia de América Latina. No era el militar ignorante con muy poca cultura. Era alguien que tenía una formación muy sólida.

El otro aspecto que a mí siempre me impresionó y lo vi cuando intervenía públicamente era esta capacidad de hacer converger sus virtudes de tribuno popular con la dimensión de predicador. La forma como Chávez hablaba a la gente era la de un predicador. No era el típico caudillo. Era muy impresionante cuando, de repente, hacía un silencio, miraba al cielo e invocaba a Dios para seguir hablando. Esos elementos hacían de él un personaje muy especial. Era un gran católico, un gran místico, con una impronta militar muy fuerte, con este sentimiento muy latinoamericano y, además, con cara de pobre. No era Rafael Correa, rubio y de ojos azules. Chávez venía de orígenes humildes y se transformó en un predicador de la política. Era un hombre con mucha chispa. La intervención que hizo en las Naciones Unidas y señaló a George W. Bush como el diablo que olía a azufre fue impactante a escala mundial.

Chávez tuvo una influencia muy importante en Bolivia y, en particular, en el Gobierno de Evo Morales. ¿Qué impacto tendrá la muerte de Chávez en el bloque de gobiernos de izquierda?
Yo no creo que se debilite la ALBA. Creo que habrá una continuidad de la política venezolana en este sentido con el Gobierno de Nicolás Maduro. Yo creo que Maduro va a ganar la elección con un porcentaje superior al que tuvo Chávez en octubre de 2012. En diciembre de 2006, Chávez obtuvo el 62% de los votos, en octubre de 2012 logró el 55% de los sufragios. Yo me atrevo a pronosticar que Maduro va a estar por encima del 55% de los votos. Creo que el chavismo se fortaleció en esto. Hay, por supuesto, un choque emocional muy fuerte. Además, la oposición venezolana está debilitada. Creo que vamos a ver una línea de continuidad sobre lo que vino haciendo Chávez. Yo creo que la imagen de Chávez está muy fortalecida.

Las fuerzas de inspiración chavista y bolivariana lejos de debilitarse se pueden ver robustecidas. Ahora tienen un punto de referencia político, doctrinario y cultural que no era tan nítido, hoy en día es mucho más nítido. Chávez es un líder que puede hacer del chavismo algo similar a lo que fue el peronismo en Argentina que logró sobrevivir a la muerte de Juan Domingo Perón. La mayoría del pueblo argentino se declara peronista.
En Venezuela va a ocurrir eso. Una mayoría de venezolanos, en los próximos 20 años, se va a seguir declarando chavista. Es un sentimiento fuerte. Obviamente es desigual según los países. Hay más chavismo en Bolivia que en Chile.

La sensación que tengo es que en Chile el chavismo se va a fortalecer con la muerte de Chávez. La gente ha visto cosas que no se habían visto antes. Ha visto una dimensión humana, ha visto la conmoción que ha generado en Venezuela y en América Latina. Creo que su muerte va a extender la influencia chavista en la región.

¿Con la muerte de Chávez, la nueva izquierda en América Latina se fortalecerá, entonces?
Definitivamente. Se fortalece porque las izquierdas necesitan de anclajes ideológicos, culturales e históricos que no los tenía. Creo que los liderazgos tradicionales de la izquierda son suficientes para estructurar grandes movimientos. De lejos, creo que el líder más importante de la izquierda latinoamericana es Lula da Silva. Él estuvo en primera línea durante el funeral de Chávez junto a los presidentes de América Latina. Lula va a incorporar el chavismo dentro de su propia definición.

¿Este vacío que deja la muerte de Chávez no puede ser remplazado por un liderazgo geopolítico por parte de Brasil?
Yo creo que ocurrirá eso, Brasil llenará el vacío. Muchos han señalado que habría una disputa por si sería el presidente Rafael Correa o Evo Morales. Francamente, no creo que eso ocurra. Si ese espacio se puede llenar, los que pueden hacerlo son los brasileños. En ese sentido, creo que el que puede llenarlo como líder político es el expresidente Lula da Silva. Estuve en una reunión con Lula hace un mes en San Pablo. Recuperado de su cáncer y con 67 años está en plena forma para asumir ese rol. Lula tiene una gran disposición para trabajar en la construcción de una fuerza progresista en Sudamérica. Esto acelera los tiempos. Hablando con Marco Aurelio, uno de los principales asesores de la presidenta Dilma Rousseff, señala que tienen que activarse rápidamente y tener más protagonismo internacional para convocar a los diferentes sectores de América Latina, y Brasil ejerza el liderazgo que naturalmente le corresponde.

¿Cómo cree que puede cambiar la relación de Venezuela con Estados Unidos?
Esta es una discusión que hay que zanjar. Aquí hay un proyecto que se está buscando desarrollar que consiste en darle a la Alianza del Pacífico, con Chile, Perú, Colombia y México, una proyección política como un bloque alternativo a la ALBA y a Brasil. En ese proyecto está Estados Unidos claramente. Washington fracasó con su ALCA. Hoy está buscando retomar algún tipo de espacio, más desde una segunda fila, pero utilizando estos países que se declaran grandes amigos de Estados Unidos que, en el fondo, tienen gobiernos conservadores. Allí hay un proyecto.

Frente a eso, si estos cuatro países quieren unirse a los efectos de proyectarse hacia el Pacífico están en todo su derecho y es bueno que lo hagan.

Pero eso no lo pueden transformar en un proyecto político e ideológico. Por eso, articular una fuerza sudamericana progresista es clave. Eso no significa ir a confrontarse con Estados Unidos, pero sí afirmar una personalidad propia, al estilo Celac, que es una confluencia de países latinoamericanos sin Estados Unidos. En esto hay un elemento muy importante y es la dimensión sudamericana.

Es importante que México forme parte de la Celac, pero la integración importante de México es con Estados Unidos. Pensar que México vaya a ser un actor de integración latinoamericano es una equivocación. México mira fundamentalmente hacia el norte y no hacia el sur

PERFIL

Un hombre clave de la izquierda chilena el socialista que rompió con la concertación

FUNDADOR DEL MÍTICO MIR DE CHILE
Carlos Ominami nació en Santiago de Chile el 18 de junio de 1950. Está vinculado con la periodista y socióloga Manuela Gumucio, hija del exparlamentario Rafael Agustín Gumucio y expareja del fallecido secretario general del MIR Miguel Enríquez.

CANDIDATO “INDEPENDIENTE”
En diciembre de 2009, Ominami fue derrotado en las elecciones parlamentarias, tras presentarse como candidato independiente, por fuera de la Concertación, en el pacto Nueva Mayoría para Chile. Fue ministro de Economía del expresidente Patricio Aylwin. Hoy dirige la fundación Chile 21.

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