miércoles, 24 de abril de 2013

La pena de muerte o la prisión en aislamiento de por vida esperan a Tsarnaev



Si es hallado culpable de los atentados de Boston, al joven Dzhokhar Tsarnaev le esperan o la pena de muerte, dentro de unos años, o la soledad total en una cárcel de máxima seguridad por el resto de sus días.

La opción, quizá, dependerá de cuán firmes sean las creencias por las cuales Tsarnaev, de 19 años, siguió a su hermano Tamerlan, de 26, mochila al hombro, hacia la meta de la maratón de Boston el pasado 15 de abril.

El Gobierno de Estados Unidos ha acusado a Dzhokhar de ser coautor de los ataques con bombas que mataron a tres personas e hirieron a 280, y ha indicado que buscará la pena de muerte o la de prisión de por vida sin posibilidad de libertad anticipada.

La Fiscalía, que ha acumulado miles de fotografías y videos, cree que posee pruebas más que suficientes para obtener un veredicto de culpabilidad.

Dado que los cargos provienen del Gobierno federal, el joven de origen checheno podría recibir la sentencia capital aunque el estado de Massachusetts, que le acogió y le dio educación durante una década, no aplica la pena de muerte.

Según funcionarios que dicen saber detalles de los interrogatorios policiales, Tsarnaev ha solicitado que a su defensor público se sumen dos abogados con experiencia en juicios que puedan llevar a la sentencia de muerte.

Esto podría señalar que el joven, que ya ha dicho que su fe religiosa y la percepción de que Estados Unidos ataca al islam motivaron el ataque, está suficientemente convencido de sus principios como para marchar al martirio.

Pero no le llegará rápido: en Estados Unidos, donde hay más de 3.100 personas condenadas a muerte, los reos pasan típicamente más de una década a la espera de la ejecución. Algunos de ellos han estado en el corredor de la muerte por más de veinte años.

Durante ese período, los reos en general están aislados de otros reclusos, excluidos de programas educativos o de empleo, y con restricciones muy estrictas en cuanto a visitas y ejercicio. Pasan 23 horas de cada día solos en sus celdas.

Pero el juicio, que probablemente empezará sólo dentro de varios meses, podría llevar a una sentencia de prisión de por vida sin atenuantes, si Tsarnaev "coopera" con el Gobierno.

Tal cooperación requeriría que el exestudiante dé a los investigadores toda la información que posee acerca de los contactos, otros posibles involucrados en los ataques y, sobre todo, dónde, cuándo y cómo él y su hermano Tamerlan obtuvieron armas y la instrucción para la fabricación y detonación de bombas.

Si es que la información de Tsarnaev tiene valor de trueque por su vida -y siempre suponiendo que sea hallado culpable-, el futuro para el joven apunta al centro de reclusión ADX Florence, en Colorado, la única prisión de "supermáxima" seguridad en el sistema federal de EE.UU.

Las cárceles son la mayor fuente de empleo de Florence, en el condado Fremont, unos 160 kilómetros al sur de Denver: ya había nueve de ellas allí cuando en 1994 se inauguró ADX, que alberga ahora a casi 490 de los convictos considerados más peligrosos y que requieren el control más recio.

Si es condenado y escapa a la muerte, Dzhokhar Tsarnaev estará alojado en una celda cuya única apertura al exterior es un ventanuco de 10 centímetros de ancho y 120 de alto con vista a un patio interior, pero nunca conocerá a los otros prisioneros.

La población de ADX Florence incluye, actualmente, a Zacarías Moussaoui, el único individuo condenado por los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y más de una docena de miembros de Al Qaeda involucrados en acciones como los ataques a las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania en 1998.

También se encuentra allá Juvenal Palmera, mucho más conocido como "Simón Trinidad", de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y condenado por conspiración terrorista en el secuestro en 2003 de tres contratistas militares estadounidenses.

Conviven pero jamás se ven los rostros en ADX el "Unabomber", Theodore Kaczynski, condenado por 16 ataques con explosivos, y Terry Nichols, el cómplice de Timothy McVeigh en la explosión en 1995 en Oklahoma City que mató a 168 personas.

Otros confinados en ADX son el excabecilla del cartel de Tijuana Francisco Javier Arellano Félix, y los excabecillas del cartel del Golfo Juan García Abrego y su sucesor, Osiel Cárdenas Guillén.

Residen tras los muros y en alguno de los seis pisos de ADX Luis "King Blood" Felipe y Gustavo "La Corona" Colón, condenados de por vida por los asesinatos, extorsiones y contrabando de drogas de la pandilla Latin Kings; y los excabecillas de la Mafia mexicana Rubén Castro, Raúl León y Francisco Martínez.

El censo se completa con cabecillas mafiosos y exdirigentes de agrupaciones racistas, incluido Thomas Silverstein, de la Hermandad Aria, que cumple una sentencia de 90 años de prisión y tiene fecha para ser excarcelado en 2095.

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