domingo, 28 de abril de 2013

Las redes que usó el FBI para la cacería en Boston

"La ayuda del público es clave para establecer una cronología de los hechos", agregó Richard DesLauriers, director del Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en Boston.

“Cuando el humo se despejó después del atentado de Boston, los investigadores tenían un enorme problema y casi ninguna pista. Ninguna organización se atribuyó el atentado, que mató a tres personas e hirió a más de 180. Dieron un gran paso: reconocieron que sabían poco y apostaron al conocimiento de la multitud”.

Así comienza un artículo de la revista Wired, que profundiza en lo que se hizo para dar con los sospechosos, y en el que se describe cómo el caso de la maratón de Boston generó un antes y un después en la historia policíaca de los Estados Unidos.

En el proceso, la Policía, el FBI y otros investigadores norteamericanos, por primera vez, se basaron en gran medida en el conocimiento de la comunidad.

Escondido a plena vista había un cúmulo de información, que abarcaba miles de fotografías, información de las llamadas realizadas por teléfonos celulares y la propia memoria de los testigos, esperando ser explotada. Cuando el FBI decidió pedirle a la gente esa información, los testigos se presentaron en demasía. Así comenzó un arduo trabajo que incluyó entrevistas reales y virtuales (sobre todo, se utilizó Twitter).

Todo esto dio un giro moderno a la vieja máxima de la Policía, según la cual los ojos y oídos de las personas, cara a cara, son cruciales. Pero internet permitió comprimir el tiempo de llegada a distintos lugares y el de análisis de la información.

El FBI y la Policía se habían mostrado escépticos a aceptar lo que el saber colectivo puede aportar, “porque implica que las autoridades no siempre tienen las respuestas”, escribe el periodista Spencer Ackerman.

“La gran ventaja aquí es la cantidad de cámaras que había en el lugar” dijo Mike Rolince, un oficial retirado del FBI.

“Estaban en todos lados y no eran solamente las de vigilancia, sin ellas no sabríamos dónde pararnos. Las personas subieron sus fotos a Instagram, a Flickr y el resultado fue un recordatorio de que el entusiasmo público en documentar sus vidas puede quitarle el lugar, al organizado y amplio aparato de vigilancia del gobierno".

Para empezar, los investigadores no tenían una escena del crimen intacta, por eso pidieron la ayuda del público en todo momento.

Cuando se identificó la mochila que contenía una de las bombas, por ejemplo, se pidió a la población fotos e información sobre el paquete.

Y, en minutos, obtuvieron suficientes imágenes como para identificar a la persona que la había dejado.

De acuerdo a lo que declaró un agente policial que no quiso revelar su nombre, el éxito de esta cacería humana no se logró debido a un software de alta gama, sino que fue más que nada el armado de un puzzle (rompecabezas) a mano.

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