sábado, 3 de agosto de 2013

Furia social en Brasil exige la salida de dos gobernadores

Las protestas sociales en Brasil se reactivaron con virulencia y se concentraron en pedir la salida de los gobernadores de Río de Janeiro, Sergio Cabral, y de San Pablo, Geraldo Alckmin. Reclaman la desmilitarización de la represión contra los manifestantes.

El gobernador de Río, Sergio Cabral, el más impopular de Brasil, acusado de la violenta represión policial de las protestas y de ser demasiado cercano a grandes empresarios, personifica para jóvenes manifestantes los males de la política en este país.

Al igual que en junio, un grupo de jóvenes ha vuelto a acampar frente a la casa del gobernador en Leblon, el barrio más caro de Río, donde el m2 cuesta $us 11.000, para exigir su renuncia. Prácticamente cada día centenares de jóvenes protestan en las calles de Río bajo la consigna "¡Fuera Cabral!".

Cabral, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB-centro), que integra la coalición de Gobierno, fue relecto en 2010 con dos tercios de los votos, hasta fines de 2014. Pero una reciente encuesta señala que su aprobación ha caído a 12%, la más baja para un gobernador en todo el país.

Furia en San Pablo

En tanto, centenares de jóvenes salieron a las calles de San Pablo ayer, en una nueva jornada de protesta que pide la partida de Geraldo Alckmin y la desmilitarización de la Policía. Unos 400 manifestantes bloqueaban la importante avenida Paulista.

Alckmin, hasta hace poco uno de los favoritos para ser relecto en el cargo, tiene ahora un respaldo de solamente 26%.

Los manifestantes exigen explicaciones sobre la desaparición del albañil Amarildo de Souza, detenido hace más de dos semanas por la Policía tras una operación en la favela La Rocinha de Río de Janeiro

Guerra interna

Muertos a manos de la policía
Nueve personas resultaron muertas el 24 de junio en una favela del Complexo da Maré en una operación del temido Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) de la Policía.

Más protestas
En las últimas dos semanas, protestas callejeras en San Pablo y Río de Janeiro derivaron en enfrentamientos con la Policía, que utilizó gases lacrimógenos, balines de goma y bombas de estruendo para dispersarlas.

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