domingo, 27 de abril de 2014

Ofrenda boliviana, en España



¿Qué sucede cuando tres artistas contemporáneos se encuentran en las Islas Canarias, en España? Pues producen una obra. Se trata de una instalación-ofrenda al mar denominada amediTERRAneo. La pieza tuvo gran repercusión porque una parte era comestible.

El pasado mes, los bolivianos Marco Antonio Quelca (Sabor Clandestino), Óscar Soza Figueroa (Zz) y Liliana Zapata Zelada se encontraron en Europa, cada uno metido en sus propias actividades. “La iniciativa vino del interés de movernos por nuestra cuenta, que no sea por una convocatoria, que no sea por un concurso, que no haya curador... que el espacio donde estemos nos sirva de libre expresión”, explicó Quelca, quien es chef y trabaja con elementos que son comestibles.

Le secundaron en la idea Zapata, quien trabaja su arte en papel, y Soza, quien realiza instalaciones sonoras. Juntos encontraron Soppa de Azul, un espacio cultural en Las Palmas de Gran Canaria. “Tras llegar, empezamos a sentirlo. Reflexionando, salió amediTERRAneo. Al vernos en un sitio rodeado de mar, volvió nuestra añoranza como bolivianos hacia él; surgió un encuentro espiritual con el agua”, contó el chef.

Cada quien desarrolló una parte de la obra según su especialidad: Zapata creó la instalación que serviría como lienzo: una hoja de papel con piedras de la playa. “Busco resaltar la naturaleza propia del papel, su peso. Vuelvo al contacto con la naturaleza”, explicó la artista visual.

Soza montó una conexión sonora sensitiva al tacto. Cada vez que alguien tenía contacto con la obra, se escuchaba algo diferente, como el mar chocando las rocas.

Cada textura tenía asignado un sonido. “Estamos envueltos en un universo de frecuencias. Busco que a través del tacto podamos sentir que las cosas están vivas”, dijo Soza a TVE Canarias.

Finalmente, Quelca diseñó un menú que sirvió con un ritual performático. “Dispuse los alimentos sobre la instalación compenetrándome con el momento... así los ingredientes tomaron vida: suenan, vibran y huelen. Tras terminar de colocar la comida de rodillas, me retiré”.

Acto seguido, la gente se acercó a la obra y comió con las manos los elementos repartidos y ordenados en el suelo, en estrecha conexión con la tierra.

Como un apthapi andino, en el calor perpetuo de las Islas Canarias, los visitantes disfrutaron de los sabores de la instalación de alimentos. La quinua que se usó en la instalación fue uno de los sabores que llamó la atención.

El menú ofrenda

Platillos

Hubo Arena (compuesta por quinua roja y remolacha), Espuma de mar (crema efervescente de ostras), Montaña (cantarelas en aliño mediterráneo), Flora (berros) y Nómada (cochayuyo crocante). Los alimentos armaron un paisaje natural para el disfrute de los sentidos de los asistentes.


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