jueves, 5 de junio de 2014

Cincuenta inmigrantes, entre ellos bolivianos, reciben nacionalidad de EEUU en emotiva ceremonia en Miami

"Estoy convirtiendo mi sueño en realidad", afirma con lágrimas en los ojos Alain Martínez Espinoza. Junto a otros 49 inmigrantes, este cubano de 32 años fue nacionalizado este jueves como estadounidense en un emotiva ceremonia en un teatro latino en Miami.

"Estoy cumpliendo el sueño de tanta gente, estoy siendo ejemplo para muchos, para mi familia, para mis amigos, un ejemplo para los cubanos que queremos libertad", dice a la AFP poco antes de jurar lealtad a su nuevo país Martínez Espinoza, quien llegó a Estados Unidos en 2009.

Cincuenta inmigrantes, cincuenta historias diferentes: la del nicaragüense Jorge Alonso, que salió hace casi 29 años de Nicaragua por razones políticas durante la revolución sandinista, o la boliviana María Rosario Jeremías, que pisó Estados Unidos hace siete años buscando un futuro mejor para sus cuatro hijos, y asegura que lo ha logrado.

También recibieron la ciudadanía estadounidense este jueves en el Tower Theater del barrio de Little Havana en Miami Milagros Velásquez y Carlos López, ambos llegados desde Venezuela a esta ciudad de Florida (sureste), donde se conocieron, se casaron y tuvieron dos hijos estadounidenses.

Con miradas nerviosas, trajes elegantes y banderas de Estados Unidos en las manos, los cincuenta inmigrantes de 18 países distintos, en su mayoría de América Latina y el Caribe, recibieron uno por uno de las autoridades migratorias su certificado de ciudadanía y dos formularios: uno para registrarse como votante y otro para solicitar su pasaporte estadounidense.

La ceremonia también se inscribió dentro del mes de la herencia del inmigrante, una iniciativa de la organización no gubernamental Welcome.us, que promueve la divulgación de las historias de los inmigrantes en este país.

"Luchar por los sueños"

"Es grandioso, yo creo que es la culminación de la lucha que uno pasó en la vida de emigrante", expresa el nicaragüense Alonso, dentista de 53 años.

"A mí no se me han dado las cosas como hubiera querido, tuve que esperar mucho tiempo para que me concedieran un asilo político, luego la residencia. No fue fácil, pero estoy muy agradecido con este país por la oportunidad", señala a la AFP.

"Es duro tener tu familia, tus costumbres, la gente que tú quieres lejos, tu trabajo, tu carrera, pero hay que evolucionar y hay que luchar por los sueños que uno tiene", confiesa el cubano Espinoza, visiblemente emocionado.

Cuba fue el país más representado, con 17 inmigrantes, seguido de Colombia y Haití (cinco cada uno) y Venezuela y Brasil (cuatro).

Además de latinoamericanos, fueron nacionalizadas personas de España, India, Israel e Italia. El acto estuvo presidido por el alcalde de Miami, el cubano-estadounidense Tomás Regalado, nacido en La Habana en 1947.

"La ceremonia de hoy no significa que deben olvidar los países en los que nacieron, que tengan que olvidar la cultura que aprendieron, los amigos que tuvieron. Esto los fortalecerá", dijo Regalado, al congratularse por ser el alcalde de la que definió como una de las ciudades "más multiculturales" de Estados Unidos.

Subtítulos en español

Lourdes Fernández, funcionaria del Servicio de Ciudadanía y Migración (USCIS), también aprovechó para contar su historia personal, desde cuando llegó a Estados Unidos con pocos años de edad junto a sus padres desde Cuba, quienes se asentaron en Little Havana, por décadas enclave del exilio de la isla comunista tras la revolución.

Los domingos, su familia la traía a ver películas al Tower Theater, en la tradicional Calle 8 de La Pequeña Habana, uno de los primeros cines en Estados Unidos que proyectó filmes con subtítulos en español.

"Recuerdo ver películas sobre todo protagonizadas por Julio Iglesias o por Sandro, el Elvis argentino", relató.

La boliviana Jeremías quiere seguir los pasos de Fernández: "Estoy trabajando en la Universidad de Miami pero con miras a obtener mi título para ser asistente legal y trabajar en Migración".

"Estoy feliz y emocionada y dando gracias a Dios", dice con una sonrisa en la boca la suegra de Jeremías, quien como muchos otros familiares de los inmigrantes aplaudieron a sus seres queridos desde los asientos del teatro, y tras la ceremonia, los abrazaban con emoción.

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