domingo, 12 de octubre de 2014

El Ejército Español incluye a 47 ciudadanos bolivianos en sus filas



La historia de Daniel Moreno Arredondo, de 26 años y natural de Santa Cruz de la Sierra, es una más de las miles de historias de ciudadanos bolivianos que se han visto obligados a emigrar a España en busca de un porvenir mejor.

Daniel dejó su ciudad a la edad de 15 de años. Su madre trabajaba por aquel entonces como profesora de idiomas en la capital cruceña hasta que un buen día llegó una oferta que le invitaba a trabajar en un hotel de España. Junto a su marido, Daniel y su otra hija, decidieron probar suerte y dar el paso de cruzar el charco.
El padre de Daniel, camionero de profesión, encontró trabajo en una empresa de transporte por lo que la familia logró asentarse y empezar una vida nueva en Valencia, al este de España.
Son las 11.30 de la mañana, Daniel, de rostro afable y de complexión fuerte, nos recibe en la“Base Príncipe de la Brigada de Infantería Ligera Paracaidista Almogávares VI” también conocida como BRIPAC, en Torrejón de Ardoz, en las afueras de Madrid. Ataviado con su uniforme de trabajo: boina, traje militar de color claro y botas negras, se muestra un tanto tímido al principio; algo naturalcuando un extraño al que acabas de conocer empieza a hacerte preguntas sobre toda tu vida.
Conforme va transcurriendo la entrevista, Daniel se va dejando llevar y va perdiendo poco a poco la timidez. Cauto pero firme en sus convicciones, no rehúye a ninguna de nuestras preguntas. “El cambio de llegar a España fue brusco por el hecho de no conocer a nadie. Los primeros seis meses no me encontraba muy acogido. Renegaba de muchas cosas, me aislaba en mí mismo. Pero afortunadamente hice un gran amigo que venía a visitarme frecuentemente a mi casa y me ayudó muchísimo. Le debo mucho”, relata con una mirada que refleja un destello un tanto nostálgico.
Conforme fue pasando el tiempo Daniel fue adaptándose y creciendo en su nuevo país. Cuando terminó sus estudios de bachillerato, el paso previo para acceder a la Universidad, comenzó a trabajar como mozo de almacén, para no depender económicamente de sus padres, hasta que un día decidió alistarse en el Ejército español. La decisión __explica__ la tomó por curiosidad, por descubrir una nueva forma de vida. “Terminé los estudios y tenía ciertos compañeros que tenían la motivación de entrar al Ejército. En principio fue por curiosidad, ellos escogieron distintas armas, ellos optaron por caballería y yo infantería ligera. Poco a poco me fue gustando y espero continuar más adelante”, cuenta.
Daniel, es caballero Legionario Paracaidista, en la cuarta sección de morteros medios de infantería ligera de la unidad Brigada Paracaidista (BRIPAC), formada por 3.000 personas y que es considerada junto a la Legión unidad de élite por excelencia dentro de las Fuerzas Armadas españolas. Para llegar hasta aquí, tuvo que formarse durante dos semanas en la Escuela de Paracaidismo del Ejército del Aire ubicada en Murcia, sureste de España. Allí realizó una primera semana de instrucción teórica complementada con ejercicios de paracaidismo. La segunda semana realizó los seis saltos necesarios para obtener el título de paracaidista y poder ser destinado a la Brigada.
Actualmente tiene el rango de soldado, la misión de su sección es la de apoyar a un batallón de infantería. Él es el encargado de apuntar y disparar el mortero, recibir órdenes de su superior y dar las ordenes a su escuadra; puesto que es el más veterano. Le gusta su trabajo y lo disfruta, pero su objetivo es acceder a la academia de oficiales para llegar a ser suboficial o incluso oficial. El problema, cuenta, es que hasta que no obtenga la nacionalidad española no puede acceder a la academia de oficiales.
Por legislación, explica el oficial que acompaña a Daniel, un soldado extranjero sólo puede estar seis años en el Ejército español si no tiene la nacionalidad además no puede ascender. Si la obtención de la nacionalidad está en trámite, como es el caso de Daniel, el soldado tiene tres años más para resolver los problemas que puedan surgir de la obtención de este reconocimiento. Una vez que tenga el reconocimiento de la nacionalidad española puede ejercer como ciudadano español todos los compromisos que tiene un soldado español dentro del Ejército. En caso de que el soldado extranjero no haya obtenido la nacionalidad en seis años tiene que abandonar obligatoriamente el Ejército.
Sin embargo, no todos los extranjeros pueden formar parte de la Fuerzas Armadas españolas. La ley establece que sólo pueden acceder los ciudadanos de países que tienen vinculación histórica y cultural con España, es decir, los países hispanoamericanos y Guinea Ecuatorial. De ahí que muchos ciudadanos hispanoamericanos vean en el Ejército una solución para trabajar en un país en el que no sobran precisamente los puestos de trabajo.
Actualmente, según fuentes del Ministerio de Defensa, hay 47 ciudadanos bolivianos que se encuentran trabajando en el Ejército Español, de los que 41 son hombres y seis mujeres. La mayoría, 41 de ellos, lo hacen como en el caso de Daniel en el Ejército de tierra. Tres en la Armada y otros tres en la Legión. Afortunadamente, en la misión del Ejército español en Afganistán __una de las misiones en la que más soldados bolivianos han participado__no ha habido ninguna baja mortal de soldados bolivianos.
Son ciudadanos bolivianos, pero defienden otra patria: España. Al igual que el resto de extranjeros en el Ejército; según apunta el oficial de comunicación, su adaptación ha sido rápida. “En principio existían las dudas de cómo se podían adaptar, pero se han integrado desde el inicio. Tenemos claro cuál es nuestro trabajo y ellos__los soldados de origen extranjero__lo tienen muy claro. La experiencia es muy positiva”, destaca.
El hecho de defender una patria ajena puede generar alguna duda pero Daniel lo tiene claro. “Yo sé de dónde vengo y se lo que soy, pero siento que le debo gran parte de mi vida al país que me ha formado que ha sido España. Quizás incluso me siento un poco más español. Estoy muy comprometido con la causa. Me gusta”, defiende con firmeza y convicción.
Al ser preguntado por si hay algún aspecto que le desagrade de su profesión Daniel asegura, a pesar de que en su infancia nunca había imaginado que acabaría como militar, que no le disgusta nada que se siente cómodo con su trabajo y que cuando entró al ejercito “ya sabía lo que había” por lo que se adaptó rápidamente y con normalidad a las nuevas rutinas, horarios y estilo de vida.
De su profesión destaca el compañerismo y la convivencia del día a día. Una amistad que traspasa el cuartel, ya que a menudo queda con sus compañeros fuera del trabajo para disfrutar de su tiempo libre. Es feliz en el Ejército y mantiene que si algún día tuviera que dejarlo está seguro que lo echaría de menos.
El salario medio de un soldado en el Ejército español supera ligeramente los 1.000 euros, (alrededor de 9.000 bolivianos) un sueldo con el que en España se malvive dignamente y sin excesos, aunque se estira al sumarle las dietas cuando salen fuera a efectuar maniobras. Además Daniel vive en la base por lo que se ahorra también el alojamiento. Para los que participan en alguna misión en el exterior a ese sueldo se le añade aproximadamente otros 1.000 euros más aunque la cantidad exacta depende de varios factores como el tipo de misión o el país en el que se lleva a cabo la actuación.
Las misiones en el exterior siempre entrañan un riesgo mayor al que puede enfrentarse un soldado en su trabajo cotidiano dentro del país; sin embargo, no es algo que a Daniel le quite el sueño y a pesar de que nunca ha participado en ninguna misión en el exterior se muestra preparado para cuando llegue el momento. “Estoy disponible las 24 horas. No tengo miedo porque si uno va consciente y con los cincos sentidos puestos en la labor que tiene que hacer no tiene por qué suceder nada. Para ello nos preparamos en el día a día cuando salimos al campo de maniobras. Yo lo veo como si fuera un día más”, afirma.
Aunque ya lleva 11 años en España, Daniel no se olvida de Bolivia y la recuerda con cariño. Lo que más añora del país, explica, es a su familia principalmente a su abuela. Hace dos años visitó junto a su pareja Santa Cruz y una de las cosas que más le impactó fue el crecimiento de la ciudad tanto en población como en vivienda, ya que en su recuerdo __ señala entre risas __ la vislumbraba como un pueblo. “Vi muchísimo cambio en el país desde que yo me vine hasta ahora pero aún así no deja de ser un país corrupto. Me duele decirlo pero es la verdad”.
De momento Daniel no tiene previsto regresar definitivamente a Bolivia a pesar de las insistencias de un tío suyo que ha tratado de convencerle, por todos los medios, para que volviera a trabajar en el Ejército de Bolivia. “Mi abuelo y mi tío fueron militares en Bolivia. Mi tío era coronel en el Ejército del aire y hasta hace tres años trataba de convencerme para que hiciera las pruebas y me fuera con él pero me sentía presionado. Nunca he pensado en volver. Me siento bien aquí. Mi vida está aquí en España. El trabajo mis amigos y mi pareja están aquí”, concluye.

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