domingo, 4 de enero de 2015

Bolivianos que radican en Argentina e hijos de compatriotas integran, en su mayoría, el grupo de ballet



Es una de esas tardes soleadas de noviembre, cuando la blancura de la ciudad de Sucre se refleja en sus casas, las iglesias y sus calles repletas de cultura. Al fondo, el Churuquella y el Sica Sica parecen vigilar los pasos de la gente.

En la plaza y en el mirador de La Recoleta, entre turistas que sacan fotos panorámicas de la capital y las personas que buscan algo de sosiego ante el calor, un grupo de bailarines se prepara para interpretar un bailecito chuquisaqueño. De un pequeño reproductor portátil se empieza a escuchar Rosa te llamó tu madre, una concertina tradicional. Las notas reflejan un poco de tristeza, dulzura y cariño a la vez, como la tierra misma que estamos pisando… la Ciudad Blanca.

Los pañuelos giran y los pies se mueven al compás de la danza. En medio de las columnas blancas de estilo colonial del mirador y, después, frente a la fuente, cuatro parejas danzan mientras los transeúntes admiran a estos coloridos artistas.

El Viceministerio de Turismo ha organizado un viaje por las ciudades de Sucre, Potosí y Uyuni, en un recorrido para que 30 trabajadores de diversos medios de comunicación den a conocer los sitios turísticos de estas regiones.

En la visita a la plaza de La Recoleta, los camarógrafos y fotógrafos de la delegación centran sus objetivos en el baile del ballet América Morena. Ahí están los ocho danzarines ofreciendo sus mejores pasos. “Vivimos en Buenos Aires y hacemos danzas bolivianas”, dice Félix Cárdenas, el director de la agrupación que nació el 4 de agosto de 1990 en Buenos Aires, con bolivianos e hijos de connacionales, en su mayoría, que interpretan las danzas nacionales. “En Argentina hay mucha migración boliviana, entonces, los hijos y los argentinos van mirando las danzas y el ritmo alegre que tiene Bolivia. Ésa es la motivación, querer aprender y enseñar”, expresa Félix, argentino de padres paceños y potosinos.

Danzarines

En noviembre, el elenco de América Morena se presentó en el Festival Internacional de la Cultura (FIC), que se llevó a cabo en la ciudad de Potosí y que reunió a varios conjuntos nacionales e internacionales. El ballet actuó junto a la agrupación Irupe en la jornada denominada Danzas Tradicionales de Bolivia y Argentina, en el teatro Modesto Omiste. “Es lo máximo venir a bailar a Bolivia. Esta invitación fue para nosotros muy importante. Aprovechamos en hacer esta pequeña gira y tratar de llevar material de acá a Buenos Aires para tener un currículum más amplio”, comenta Sandra Rocha, quien nació en el centro minero de Catavi y radica desde hace 28 años en Argentina.

“Para todos los bolivianos que estamos en Argentina, para los que estamos fuera del país, interpretar nuestra danza mantiene vivas nuestras raíces y por eso es que seguimos haciendo esto”, añade Rocha durante un descanso en la danza.

“En La Paz no tuve la oportunidad de practicar nuestro folklore porque me fui joven. Cuando encontré un grupo de baile en Buenos Aires, me llamó muchísimo la atención, pues lo llevas en la sangre, por eso bailo 21 años”, cuenta María Eugenia Marino, una paceña que reside 27 años en la capital bonaerense.

El bailecito dura casi media hora; Andrés Florez quiere sacar fotos y grabar videos del grupo, para lo cual ubica a los bailarines con la iglesia de La Recoleta y la fuente de la plaza como fondo. “Cuando uno está en el exterior siente esa necesidad de bailar o de demostrar algo de su cultura”, asevera este paceño con 17 años en Buenos Aires. En ese momento toca el timbre y empiezan a salir los alumnos de la Unidad Técnica Humanística Franciscana La Recoleta, quienes llenan de gritos y alegría la plaza ante el espectáculo gratuito.

Casi al mismo tiempo, los componentes del ballet se repliegan en un rincón para empezar a cambiar de indumentaria. De aquel vestuario dulce y delicado del bailecito chuquisaqueño pasan a vestir el atuendo guerrero del pujllay. Aún no lo saben, pero días después esta danza sería declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El sol empieza a ocultarse detrás de la ciudad, mientras los danzarines se ayudan unos a otros a vestirse, porque el traje del pujllay es difícil de ponerse, como las ojotas de cerca de diez centímetros de altura que son atadas con correas de cuero, y las mantillas blancas, en el caso de las mujeres, que son sostenidas por prendedores. “Los trajes se los viene a buscar a Bolivia. Lo que se intenta es mantener la esencia, el origen de las danzas, que es lo principal del grupo”, aclara Andrés mientras se prepara para la nueva filmación.

“Bailo danzas argentinas. Una vez, los amigos bolivianos me invitaron a enseñarles el folklore de mi país. En eso me metí de a poco, me encantó y hace 15 años que estoy con América Morena”, resalta Nicolás Oliva, ciudadano bonaerense que se acomoda el traje de pujllay.

Otro argentino es el Choco. “Ni bien llegué al grupo me bautizaron con ese apodo y desde entonces se me quedó así. Mucha gente no conocía mi nombre porque me llamaban Choco”, relata Alfonso Idoyaga, quien se enamoró del folklore boliviano mediante la música. “Era fanático de Los Kjarkas, en general de la música andina, pero principalmente de Bolivia; después empecé a interesarme por las danzas y así me acerqué al ballet”, cuenta Alfonso, quien añade que “bailar en Bolivia tiene un gustito especial”. A partir de su primera presentación en la provincia Río Negro de Argentina, América Morena actuó en varios escenarios del continente, como Rosario, Salta, Mendoza y Buenos Aires, en Argentina; Viña del Mar, Santiago, Valparaíso y Concepción, en Chile; Asunción y Gambaré, en Paraguay; Montevideo y Punta del Este, en Uruguay, además de Potosí, Sucre y el Carnaval de Oruro, en Bolivia. “Cuando llegué después de 15 años al Carnaval de Oruro, fue mortal. Bailamos tinku. Ahí fue cuando dijimos que debemos continuar lo nuestro, seguir difundiendo nuestras costumbres, no dejarlas en el olvido”, comenta Sandra.

De repente se empieza a escuchar el sonido de la waxra (cuerno, en quechua), con lo que empieza el tema Bailando pujllay, de Llajtaymanta, acompañado por las espuelas de las ojotas. María Eugenia Marino, Nicolás Oliva, Sandra Rocha, Brian Chocala, Mayra Ángel, Rubén Carrillo, Fabiola Urbano y Alfonso Idoyaga bailan haciendo círculos y agitando sus pañoletas.

El sol se esconde entre las columnas del mirador. Pero la luz aún ilumina a los bailarines orgullosos de estar con las raíces de su América morena.



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