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lunes, 29 de junio de 2015

Los migrantes se aferran a su trabajo, pero piden más apoyo

Nació en Tarija, pero la necesidad de lograr un ingreso económico llevó a Julia Aguilar hasta Italia, donde reside desde hace ocho años. “Ser migrante es un poco duro, porque uno está lejos del país y de todos los seres queridos; sin embargo, hacemos el sacrificio por ellos, para poder sacarlos adelante”, dice con la voz entrecortada.

Juana Yris Villar apenas tenía 14 años cuando tomó la misma decisión, toda vez que sus padres ya radicaban en ese lugar. Ella es beniana, pero vive en Milano, tierra italiana, desde hace 10 años.

Allí ya echó raíces, porque tuvo una hija. La joven madre piensa volver a Bolivia, pero mientras tenga trabajo en Italia aún no dará ese paso, según confiesa.

Muchos de los migrantes bolivianos no solo tienen descendencia en Italia, sino también forman parte de las agrupaciones que los integran y promueven diferentes actividades, como el carnaval que se desarrolla en Foro Imperial, la fiesta de la Virgen de Urkupiña y las festividades por el aniversario de cada departamento.

Reclama derechos
Hace diez años que vive en Italia. En todo ese tiempo transcurrido, María Concepción Coaquira se ha dado cuenta de que es mejor ser una trabajadora “cama adentro” que alguien que trabaja por horas.

Ella cuida a un anciano las 24 horas del día, solo tiene permiso para salir los sábados en la tarde para regresar domingo por la noche. Ella y muchos otros bolivianos que hacen actividades similares ganan un promedio de 950 a 1.000 euros al mes. Y aunque a ella le alcanza para cubrir sus gastos, para quienes trabajan por horas al día, eso no es mucho.

Tan solo alquilar un cuarto en Italia, cuesta entre 300 y 400 euros al mes. A eso se suma la alimentación y el transporte.
María Concepción, que a pesar de su trabajo intenso se da tiempo para organizar actividades con la comunidad boliviana, les reclama a las autoridades diplomáticas de Bolivia en Roma la devolución de un pago mensual que se hace al mes, como una especie de seguro social o AFP, y que al retornar al país de origen no es devuelto al beneficiario en calidad de jubilación.

En su caso representan 750 euros al mes.
Otro pedido que hace es mayor apoyo para transportar a los bolivianos fallecidos en Italia. Hace poco enviaron el cuerpo de una joven y costó como 10.000 euros.

De la salud y la educación no se quejan, porque aunque no se tenga el permiso de trabajo, ambos son gratuitos

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