lunes, 6 de julio de 2015

Una wiphala en París

Ver París y morir” es una cosa, conocer la "ciudad luz” es otra muy diferente. Recuerdo a un guía turístico que, en el Museo del Louvre, informaba que se necesitaban 33 días enteros para visitarlo.
Frente a esa realidad no es extraño ver a los turistas correr, pasar volando por sus salas de exposición, tratando de maximizar su tiempo y su inversión de 12 o 13 euros por persona; precios que multiplicados por 33 visitas, ascienden a los montos de 396 y 429 euros, que al cambio resultan 3.078,9 y 3.335,4 bolivianos, respectivamente.
Si tomamos en cuenta tan sólo este ejemplo, resulta pues casi imposible conocer en su totalidad, durante un viaje de turismo, no sólo el Louvre, sino París.
Mientras se espera que el "Gran París” se haga realidad en 2016 (Mancomunidad con algunos municipios aledaños que forman parte de la banlieue parisienne), "París intramuros” cubre una superficie de 102,4 kilómetros, dividida en 20 arrondissements o distritos, cada uno con su propia Alcaldía y delimitados, a veces, por monumentos parisinos, como la plaza de la Bastilla, -lugar emblemático de la Revolución francesa de 1789- la cual demarca el límite entre el IV, XI y el XII distritos, situados al sudeste de París.
En realidad, toda la parte este de la ciudad está constituida por quartiers de gauche o barrios de izquierda. Particularmente, el XI distrito está delimitado tanto por la Bastille como por las plazas de République y Nation; por lo general, las marchas de protesta social se desarrollan entre esos tres puntos, por ejemplo, la que apoyó a Charlie Hebdo.
En lo personal, me ha tocado presenciar la marcha del 1 de Mayo que tradicionalmente recorre los tres kilómetros del boulevard Voltaire, desde République hasta Nation y a cuyo largo se instalan stands de propaganda, folletería y vendedores de ramilletes de muguet, a dos euros, una flor menuda de color blanco que suelen ofrecerse los franceses entre sí, desde antiguo.
Cabe recalcar que hacen ese trayecto grupos de izquierda ya que desde hace más de dos décadas el Frente Nacional, partido de extrema derecha, utiliza la misma fecha para llevar actos en la plaza de la Ópera, otro sitio emblemático y vecino de grandes restaurantes, cafés, hoteles y negocios carísimos de París.
En las marchas de izquierda participan tanto grupos franceses como extranjeros; los primeros encabezados por uno de los sindicatos principales de Francia: la Confederación General del Trabajo (CGT). Las t francesas giraron en torno a temas laborales tradicionales, pero otras revelaron la crisis europea: Les jeunes dans la galère, les vieux dans la misère, cette societé-la on n’en veut pas (sobre el desempleo de los jóvenes y las bajas jubilaciones) u otras ligadas al tema de los inmigrantes sin papeles: "Aquí trabajamos, aquí nos quedamos”, "No, asalariados sin derechos en las empresas”; o demandas de grupos juveniles ecologistas con temas mundiales que pidieron: "Un millón de empleos para el clima”.
Entre los extranjeros, suelen participar pequeños grupos de países en convulsión política, hoy Irak, Irán, Sri Lanka o militantes del Partido Comunista de Grecia, cuyo eslogan decía: "Ninguna confianza – ninguna tolerancia con los gobiernos que gestionan el capitalismo”.
Entre los americanos, durante las dictaduras de los años 70 y 80, fueron numerosas las agrupaciones de exiliados políticos que marchaban el 1 de mayo. Este año estuvo el Front de Gauche Latino que, entre muchas banderas de Sudamérica, hizo flamear la wiphala y colgó una banderola pidiendo: "Mar para Bolivia”.
El grupo que más me impactó fue el compuesto por franceses que, con el puño en alto y en voz alta pedía: un "Estado Palestino”; este grupo avanzaba controlado por las fuerzas policiales porque momentos antes se había producido una confrontación entre jóvenes árabes y judíos cerca de la plaza Nation. Lo cierto es que, salvo por la kippa -gorro judío-, es difícil distinguir físicamente quién es quién, no en vano el Viejo Testamento dice que Abraham fue el padre de árabes y judíos.
Según los vecinos de este arrondissement, la manifestación del 1 de Mayo tiene un aspecto más tradicional y simbólico, en el que aprovechan, sobre todo, las organizaciones extranjeras para dar a conocer su repudio o apoyo a sus gobiernos respectivos, lo cual es un reflejo del carácter cosmopolita de París.

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