domingo, 9 de agosto de 2015

El maltrato, la discriminación y la nostalgia, lejos de la familia, son situaciones que los bolivianos deben soportar


“Todavía hay gente ignorante que piensa que hay personas de primera y de segunda”, reprocha Nilda Heredia, que lleva 13 años en España. Al igual que ella, más de 115 mil bolivianos continúan soportando la distancia con la familia en un país en el que aún la discriminación y el subempleo son el pan de cada día.

En el año 2009, más de 300 mil personas eran parte de la comunidad boliviana en el país europeo, de los cuales solo el 31 por ciento tenía documentos de residencia, mientras que el 69 por ciento restante vivía de manera no regularizada o, llamada también -por el gobierno español- ilegal y clandestina.

“Siempre escuchamos a gente recriminarnos que por culpa nuestra está desempleada, pero yo creo que nosotros hacemos lo que ellos nunca harían”, expresa Darío F., un boliviano en Murcia, España, al referirse a trabajos de mucho sacrificio como la albañilería y la agricultura, y otros de mucho cuidado como la atención de ancianos y niños.

La historia de Delia (nombre que reserva la identidad de la entrevistada), una mujer de clase media alta en Cochabamba y con muchas aspiraciones en su juventud, revela la situación que la impulsó a dejar el país, sus dificultades y, fundamentalmente, las razones por las que hoy ha decidido hacer su vida en España.

Delia salió del país a sus 33 años cuando su único hijo tenía apenas 6. Un traumático proceso de divorcio la agobiaba y decidió irse muy lejos. “Yo pensaba salir por unos cuatro años hasta que todo termine, pero ya estoy 12 y no me imagino nuevamente en Bolivia”, confiesa.

España resultó ser la opción más viable a su condición, de madre que mantiene sola a su hijo. Pasaron los cuatro años previstos y la idea de volver a Bolivia desapareció por completo. “Me sentí muy a gusto aquí. El clima es muy lindo y hay muchas cosas para ver”, afirma.

Pero considerando que Bolivia también tiene “un clima muy lindo”, entonces piensa y enumera los factores de fondo que determinaron su decisión.

“En mi caso particular no quiero volver porque mi exmarido es muy molestoso, pero si no tuviera ese problema, tampoco lo haría porque la vida aquí me gusta mucho”, asegura y empieza a destacar las cosas que le cautivaron de España.

Para una mujer joven y entusiasta, el viaje hacia el otro lado del mundo, con paseos de ensueño por París, Venecia, Grecia, el coliseo de Roma y otros tantos lugares que solo conocía por libros o películas fue una experiencia que la “enamoró” a primera vista, y más aún cuando con un sueldo modesto puedes acceder a esos “gustos”.

A diferencia de Bolivia, que para hacer un viaje se deben destinar los ahorros de muchos años, y más aún si se piensa salir en familia. “Incluso viajar al interior te sale caro, y pensar en salir con toda la familia a otro país, para muchos, es prácticamente imposible”, compara.

Con los ingresos que genera, por el trabajo de limpieza de tres días por semana y una venta ambulante de productos enlatados, este país le ofrece la posibilidad de sostener a su hijo sin grandes lujos, pero con muchas oportunidades.

Con el pasar del tiempo, el futuro de su hijo fue primando en las decisiones. Fue entonces que analizó y concluyó: “España tiene todas las condiciones que una madre sola necesita para sacar adelante a sus hijos”, cita.

Una de ellas es el acceso a una educación con calidad, debido a que la enseñanza es personalizada sin más de 20 estudiantes por aula. Además, destaca algunas ventajas en el aprendizaje de idiomas.

“Mi hijo domina el inglés y francés, eso le abre mucho más sus posibilidades de acceder a becas, salir a especializarse o a trabajar en otros países”, exalta. Con lo que Delia gana tiene la opción de ofrecerle a su hijo todas las necesidades tecnológicas para su formación y/o distracción. “Una familia migrante, con su primer sueldo ya puede comprarle a su hijo iPads, Wis, smartphones... todo y no, como allá, esperar a que sea Navidad”.

Sin embargo, en los años que lleva en España, ha visto el sufrimiento de muchas familias. “Gran parte de la gente que llega viene con el objetivo de ganar y ganar dinero, por ahorrar vive en malas condiciones, no come bien, no sale, no disfruta... y solo tiene recuerdos de sus sacrificios y necesidades”, cita Delia.

Según su experiencia, las personas o parejas con familias numerosas o costumbres de vida en comunidad son las que sienten más la distancia y retornan. “Yo no tengo a nadie más que a mi tía en Bolivia, mi madre murió y mi padre... solo Dios sabe dónde estará. Solo volvería a despedirme de mi tía”.

OTROS FACTORES QUE ATRAPAN

Basilia abandona el país a los 65 años

A sus 65 años, Basilia abandona el país motivada por la invitación de sus tres hijos que gradualmente se fueron a España. “Estoy vendiendo todo, mi marido murió y mis hijos están todos allá. Ya fui una vez a visitarlos, ahora estoy yendo a quedarme”.

Jóvenes seducidos por la tecnología

Según la percepción de los entrevistados por OPINIÓN, los que mayormente deciden quedarse allá son la población joven -personas independientes, parejas o matrimonios con hijos jóvenes- a quienes les atrae el desarrollo, lo moderno y el acceso a la tecnología y la amplia diversidad de lugares nuevos por conocer.

Familias humildes con aspiraciones

Lo que en Bolivia parecía distante, e incluso un lujo, en España es para muchas familias de condición humilde una realidad o al menos una posibilidad muy cercana. Muchos ahora proyectan comprarse un auto, una casa, viajar y disfrutar.

Esfuerzo que tiene recompensas

En el balance que hacen las familias bolivianas en España ven que todo su esfuerzo es bien recompensado. Los ingresos que generan les permite acceder a una vida modesta, pero cómoda, y que a diferencia en Bolivia el costo de vida es muy alto y el balance entre esfuerzo y beneficio no es equiparable.

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