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lunes, 7 de septiembre de 2015

Lucha por lograr la libertad de la “Reina quechua” continúa de pie



La acusaron por el asesinato de su marido Limbert Santos. Fue detenida y condenada durante tres años sin entender por qué, es hablante quechua. Se le negó un intérprete hasta su juicio, en donde pudo comprender que la estaban condenando a cadena perpetua por un crimen del que no le permitieron defenderse, ni en palabras.

La boliviana recibió la más dura de las penas que prevé el Código Penal argentino, por ser supuestamente “coautora del delito de homicidio calificado por alevosía con la finalidad de cometer un robo en contra de su ex pareja para luego enterrarlo en un basural”. Cuando Reina fue detenida asintió con la cabeza y con esto se condenó ella misma.
El Tribunal votó por mayoría la condena en contra de la mujer por participar en el crimen cometido en noviembre de 2010 en el complejo de humildes viviendas que compartían en La Trilla y Araucano, de La Capilla, en Florencio Varela. Desde ese año hasta ahora Reina permanece detenida. En la actualidad está con detención domiciliaria.
Según consta en la causa un sujeto llamado Tito Vilca Ortiz (mejor amigo de su esposo) discutió con la víctima y mediante asfixia por estrangulamiento con una toalla le habría provocado el fallecimiento. Luego Reina Maraz Bejarano junto con el sujeto agresor habrían trasladado el cuerpo en una bolsa hasta un basural que estaba en el terreno, donde funcionaba un horno de ladrillos y lo enterraron.
A casi un año de la sentencia final (cadena perpetua), El País eN dialogó de manera exclusiva con Sofía Ballesteros, abogada querellante en la causa por parte de la Comisión por la Memoria, ésta explicó que la lucha por liberar a Reina continúa.
Dijo así que presentaron un Amicus Curiae, figura a partir de la cual terceros (en este caso organizaciones sociales y organismos públicos expertos en la temática) pueden hacer aportes a la causa. De esta manera, se apeló la condena a “cadena perpetua”.
Tras presentar una apelación y el último Amicus Curiae esperan la respuesta del tribunal de casación, lo que demorará más de un año. “Nos basamos en los planteamientos que tienen que ver con la ausencia absoluta de perspectiva de género y de una perspectiva intercultural” explica Ballesteros, así asegura que “la pertenencia de Reina a un pueblo originario fue bastardeada”.
De acuerdo a la abogada, Reina es discriminada por ser mujer, perteneciente a un pueblo originario, “por ser pobre y ser migrante”. Añade que el caso es relevante, dado que se la acusa de ser la asesina de su marido, siendo que fue ella quien notificó su desaparición.
En 2010 fue encerrada estando embarazada de siete meses, sin poder defenderse ni comunicarse con nadie. En la actualidad las activistas lograron la detención domiciliaria para la boliviana, quien vive con su hija que nació en prisión y que ahora tiene cuatro años.
“Incluso en el juicio si bien se autoriza un intérprete para Reina, la hermana pidió declarar en quechua y se lo prohibieron porque el fiscal insistió en que el idioma de este país es el castellano. Esta actitud del funcionario es una situación violatoria de la Constitución Nacional dado que Argentina respeta las identidades de los pueblos originarios”, explica.
Ballesteros destaca que es fundamental la intervención de las organizaciones civiles para defender a estos sectores, dado que “la justicia es muy reacia a aceptar estas perspectivas”.
Agrega que “esto es paradójico ya que hay normativa de avanzada tanto en derechos de los pueblos originarios y de mujeres”.
Según afirma, los jueces están muy atrasados en relación a esto, pues tienen un sentido común patriarcal y clasista. “A ellos les molesta los pobres, los maltratan y más aún si no hablan el castellano, son migrantes o les cuesta expresarse”, señala.
Mariana Katz, encargada del programa de Pueblos Originarios y Migrantes en la Comisión Provincial por la Memoria dice que el pecado más grande de Reina fue el de no hablar castellano.

Documentación de
Amicus Curiae
Katz detalla que la última acción realizada desde el programa de Pueblos Originarios y Migrantes es una reconstrucción de la historia de Reina para conocer los detalles de su historia, cómo fue su vida y su llegada a la Argentina. De esta manera se redactó un informe completo de su caso.
Revela que se trabajó con la especialista Karina Bidaseca para redactar un informe desde una perspectiva antropológica. Éste en primera instancia fue rechazado y después de varias apelaciones fue aceptado. Así en el juicio oral el defensor oficial, adquirió esta prueba como propia y la presentó como parte de su estrategia de defensa.
En el informe se revela la violencia intrafamiliar a la cual Reina habría estado sometida por su marido y por la familia de éste.
Se destacan tres puntos, el primero es la situación de violencia a la cual fue sometida; es decir maltratos y humillaciones. Esto habría sucedido desde que empezó a convivir con su esposo en Avichuca-Chuquisaca cuando ella tenía 17 años.
Uno de los episodios centrales es por ejemplo el que su esposo la hizo revisar por un médico para comprobar que ella no mantuvo relaciones sexuales durante su ausencia, ya que éste migró mucho antes a la Argentina.
También se destaca la obediencia y sumisión ante lo que él le ordenaba.
El segundo punto que se resalta fue el de haber sido obligada a migrar a Argentina (año 2009) para acompañar a su esposo con la amenaza de que le iba a quitar a sus dos pequeños hijos, sin tomar en cuenta lo que ella quería o deseaba.
Y finalmente un tercer punto indica que cuando llegaron a Buenos Aires ella dependía totalmente de Limbert porque él hablaba castellano y ella casi nada, sólo quechua. Esto también le pesó en su defensa.

El proceso de conseguir
una intérprete
La Comisión Provincial por la Memoria, a través de su programa de Pueblos Originarios y Migrantes y su dirección de litigio estratégico, apoyó a Reina durante el proceso judicial para lograr su libertad.
Buscaron que ella pueda expresarse en quechua (su lengua madre) y así contar su verdad. De esta manera, consiguieron que se le otorgue una intérprete. Sin embargo, Katz reconoce que fue un largo proceso.
Las activistas cuentan que desde el principio los jueces pusieron una serie de obstáculos como por ejemplo presentar el título habilitante expedido por una universidad que constate que esta persona hablaba quechua. Después de un año la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires le dio la orden al tribunal.
Finalmente Frida Rojas se integró al caso como intérprete y fue aceptada en el proceso. De ahora en adelante ella debe estar presente cada vez que se necesite la participación de Reina.
Ballesteros explica que desde el poder judicial no podían proveer un intérprete, porque no existe un listado de peritos de lenguas originarias, puesto que hasta el momento sólo existen peritos para los idiomas inglés, francés y portugués.

La objeción a la
hermana de Reina
De acuerdo a Ballesteros en la declaración de Norma, hermana de Reina, durante el juicio se vivió otra situación de discriminación al derecho de expresarse en una lengua diferente a la mayoritaria. Según afirma se violó el pacto civil y político, que en su artículo 27 garantiza que las personas que hablan en otro idioma lo pueden hacer en ámbitos públicos y privados, y con respaldo en la constitución Política del Estado Argentino.
Norma fue llamada a declarar a pedido de la Defensa para contar cómo su hermana era tratada por su marido y la familia de éste cuando vivían en Bolivia. Sin embargo, ella se habría puesto nerviosa y no pudo expresarse claramente en castellano. Por dicha situación el abogado defensor pidió recurrir a la intérprete ahí presente.
Esta solicitud fue objetada por la Fiscalía, argumentando que al estar en territorio argentino ésta debía realizarse en castellano. La objeción fue avalada por las jueces que no permitieron su intervención. Debido a esto Norma no contestó todas las preguntas y confundió algunas; por ejemplo cuando le preguntaron cómo era Reina en Bolivia, ella describió la ropa con la que se vestía, evidenciando el poco entendimiento sobre la pregunta.

La declaración
del vicecónsul
En prisión, Reina se enteró que estaba embarazada de siete meses y tras dos meses más tuvo a su hija Abigail. En la actualidad ella no sabe si el padre de la niña es el que era su concubino o Tito, su constante violador, ya que ambos se encuentran muertos.
Tito, quien fue recluido junto a Reina falleció en la cárcel a causa de una cirrosis hepática, por lo que no llegó al juicio y no declaró su versión de los hechos de manera oficial. Sin embargo, en una visita del Vicecónsul de Bolivia en Buenos Aires, Valentín Herbas, éste le contó que los hechos se suscitaron en una pelea entre él (Tito) y Limbert.
Todo daba a entender que Tito iba a asumir el delito y confesar todo. Empero, el Vicecónsul lo frenó y le dijo que no le diga nada más, pues le pidió que lo que tenga que declarar lo haga ante la Fiscalía.
A los días Tito murió y no declaró. En su reemplazo lo hizo de manera voluntaria el Vicecónsul, empero las jueces descartaron su declaración como prueba a favor de Reina.

Organizaciones de
derechos humanos unidas
De acuerdo a esta comisión el caso fue tomado como referente por instituciones y activistas de derechos humanos para que la xenofobia, el racismo y la discriminación sean erradicadas del sistema judicial argentino.
Mariana Katz y Sofía Ballesteros cuentan que desde que conocieron a Reina en diciembre de 2011, en una visita de inspección al penal 33 de la localidad de Hornos, se sensibilizaron con ella y no fue precisamente porque Reina les contó el hecho sino porque otra reclusa les detalló la situación de la boliviana.
“Las juezas nunca tomaron los elementos favorables a Reina y sólo toman en cuenta aquellos que les sirven para reforzar la idea de su culpabilidad”, explica Mariana Katz.
Sin embargo, las activistas que apoyan su caso no han decaído en su defensa e insisten en que los jueces omitieron la declaración del Vicecónsul de Bolivia en Buenos Aires, Valentín Herbas, cuyas palabras podrían haberla salvado de la fuerte sentencia.

La situación de Reina
en la actualidad
Si bien tiene la sentencia de cadena perpetua, Reina desde el año 2013 está bajo detención domiciliaria en casa de sus hermanas, con el objetivo de cuidar a su pequeña hija. Esto fue conseguido por las activistas que apoyan su causa. Sin embargo, esta situación podría cambiar cuando la menor crezca.
Las activistas trabajan para mejorar sus condiciones de vida, y sea beneficiada con las asignaciones y bonos sociales. Buscan que pueda tener un trabajo digno y flexibilidad para salir y ser atendida por su salud, puesto que Reina sufriría de desmayos de manera constante.
Ballesteros añade que se coordinó con la Defensoría General de Quilmes que estuvo presente en el juicio oral. Fue esta instancia la que presentó la apelación de la sentencia al tribunal de casación y se está solicitando una reunión con el nuevo defensor para que se trabaje de la mejor manera buscando el objetivo.
Lo que se pide es que el tribunal de casación absuelva a Reina y la deje en libertad, y en caso de que no se consiguiera la misma, se plantea la reducción de la condena a la menor posible que es de ocho años para el delito que se le imputa.
Otra opción que contemplan es la anulación del juicio ante los vicios de nulidad que sostiene la defensa. Buscan que se la vuelva a juzgar con las debidas garantías.



Fragmentos de la historia reconstruida por Karina Bidaseca

Luego de estar un año presa con su hija en la Unidad nro. 33 de los Hornos sin comprender la causa, en diciembre de 2011 la Comisión Provincial por la Memoria se entrevistó con ella en una de las visitas de monitoreo. Al tomar conocimiento de su historia, Karina Bidaseca compartió conversaciones con Reina Maraz a través de visitas al penal.
A continuación fragmentos textuales del documento.

El exilio: del ayllu a la
ciudad, del quechua
al castellano
“Desde el momento de su unión con Limbert en Bolivia, Reina se convirtió en la subalterna del subalterno. Esta condición se agravó en su situación de vulnerabilidad en la migración de doble impacto: del campo a la ciudad, y de un país a otro, en el que perdió todos sus derechos. Reina fue arrancada del ayllu con todo lo que ello significa para el pueblo Quechua ya que se entiende como modo de organización comunitaria”.

Las violencias de la
sociedad de los machos
“Reina fue sometida a distintos episodios de violencias de género por parte de Limbert y su familia, tanto en Sucre como en Buenos Aires, en primer lugar, el abandono de su esposo, al mes de nacido su segundo hijo con graves problemas de salud. La violencia del vínculo se agrava en la falta de provisión de dinero para la manutención de la familia, con dos hijos menores y uno en estado de hospitalización y tratamiento”.
“Al principio fue ayudada por el ayllu, para pagar los gastos de medicamentos del bebé, y sustento de su otro hijo, debiendo trabajar durante muchas horas en la cocina y venta de pollos. Pero una vez apartada de su familia en un contexto involuntario, su condición de inmigración se transforma en la de un exilio y de paria en la nueva sociedad de recepción”.

Desigualdad en Argentina
“En Argentina la desigualdad de Reina frente a Limbert se profundizó porque ella no hablaba ni comprendía el castellano. Por lo tanto dependía de él en todos los dominios de la vida para manejarse en la nueva sociedad de recepción”.
“En sus relatos describe un ambiente sumamente hostil para ella y sus hijos. La situación de desprecio, de pobreza extrema (agravada por la deuda contraída por Limbert con su madre) incidió en que debían convivir con la familia de su esposo en condiciones de suma precariedad”.
“La situación se agravó cuando ya no sólo los golpes por parte de Limbert bastaron, sino que aparte de intentar matarla a ella y a sus hijos, al abrir las llaves del gas de la cocina, comienzan las golpizas por parte de su cuñada y la acusación de su suegro por volver loco a su hijo”.
“En Argentina, la retención de sus documentos por parte de la familia de su esposo es conclusiva, el estado de indocumentada le impedía cualquier tipo de movimiento o desplazamiento y tenían la seguridad de que de esta forma no podría atravesar la frontera argentino-boliviana y retornar con sus hijos a su comunidad en Bolivia”.
“Asimismo cabe destacar la retención de sus hijos por parte de su suegro quien, mientras Reina estaba en el penal, sin su autorización, pasa a los hijos menores a través de la frontera argentino-boliviana y le niega el derecho de la madre a conocer el paradero de su hijo mayor y a comunicarse con él por teléfono”.
“El dinero gastado incrementó la deuda de Limbert, debiendo pedirle dinero a Tito, su socio, y así contraer una nueva deuda con él. Ello implica que el escaso ingreso, producto del pago a destajo que recibían por el trabajo en el horno de ladrillos –siempre y cuando había materia prima (barro) para trabajar-, fuese insuficiente para alimentar a sus hijos y vestirlos. Muchas semanas no tenían qué comer y Reina cuenta que a su esposo no le importaba si los hijos comían o no, o si ella andaba como una harapienta”.
“Limbert manejaba el dinero, a pesar de que ambos trabajaban en el horno, y el dinero sobrante de la bebida era el que Reina disponía para la compra de alimentos”.

El cuerpo como
territorio de dominación
“El sistema patriarcal en el contexto de la migración, marca la cosificación de Reina como objeto sexual de intercambio entre varones. La mecánica de esta instrumentalidad se observa en la deuda que Limbert contrae con Tito, su socio. ´Puta´, ´prostituta´ son epítetos que ambos escupen con desprecio. Limbert la increpa cuando Reina le cuenta que fue violada por Tito por primera vez. Limbert culpa a Reina por la violación y le pega”. “Tu marido te ofreció a mí, cuenta Reina que le dice Tito en estado de embriaguez cuando llega después de una salida nocturna con Limbert. Reina es ofrecida y tomada como moneda de pago para saldar la deuda entre los varones. Es violada delante de sus hijos”.
“En una ocasión Reina se desmaya y queda inconsciente despertando en el hospital de Florencio Varela. Ella no cuenta en el hospital sobre la primera violación porque tiene miedo de la represalia de la familia de su pareja, de Limbert y de Tito”.



El largo proceso
- Reina llegó a Argentina con su esposo y sus dos hijos (Kevin y Fermín de 3 y 5 años) en el año 2009.
-Fue detenida en 2010 acusada de matar a su pareja junto con Tito Vilca, amigo de su marido.
-Uno de los primeros aspectos que jugó en contra de Reina es que sólo habla quechua.
-Sin la presencia de un intérprete, Maraz estuvo bajo prisión preventiva hasta el año 2013, en prisión dio a luz a una niña que ahora tiene cuatro años.

-Sus suegros no le permitieron tener contacto con su hijo mayor durante tres años y medio, y éste fue sometido a los 5 años a la Cámara Gesell. En la entrevista el niño acusó a su madre con muchas imprecisiones.
- Tras lograr que Reina tenga intérprete el juez declaró nulos los actos anteriores, menos la declaración en la Cámara Gesell.
- No tomaron en cuenta la declaración del vicecónsul, quien reveló la confesión de Tito Vilca.
- Desde diciembre de 2013 se consiguió la prisión domiciliaria para Reina, primero en casa de los tíos y luego con las hermanas. El motivo fue su pequeña hija. En la actualidad sus dos hijos se encuentran en Bolivia con sus abuelos maternos.

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