viernes, 23 de octubre de 2015

Músicos bolivianos buscan progresar en Buenos Aires



La carrera musical es un camino difícil para los bolivianos que quieren dedicarse de manera profesional en Bolivia, ya que las oportunidades de formación son mínimas y los programas que fomenten la vocación musical de los jóvenes son escasos. Esa es la visión que tienen algunos jóvenes bolivianos que residen y estudian en Buenos Aires, donde han encontrado muchas más alternativas para desarrollar su carrera artística.

La capital argentina y sus alrededores se constituyen en la cuarta ciudad más poblada del continente americano y por lo tanto se ha convertido un centro cosmopolita donde la oferta artística y cultural es amplia tanto en los principales circuitos comerciales y de mayor renombre, como el teatro Colón o el recién inaugurado Centro Cultural Néstor Kirchner, como en otros espacios alternativos que se expanden por los diferentes puntos cardinales Buenos Aires.
Muchos de esos jóvenes músicos llegan desde Bolivia a la Capital Federal, ya que en la ciudad del Río de La Plata hay buenas opciones para estudiar con currículas muy completas respecto a lo musical. Se puede estudiar formación técnica en varias escuelas especializadas, y con apoyo gubernamental como el conservatorio Nacional de Artes, además de varias licenciaturas en Música en universidades como la de Lanús, San Martín, o la de 3 de Febrero entre otras, con un costo gratuito, empero también existen academias y centros privados de prestigio.
La Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA) es una de las entidades destacadas en el ámbito de la música popular latinoamericana. De carácter público, y con más de 30 años de experiencia, la EMPA innovó en la enseñanza de esta música y se constituye en un referente latinoamericano en formación de folclore y expresiones culturales de diferentes países. El centro cuenta con profesores reconocidos como Juan Farias o Rubén Lobos.
En este centro, El País eN encontró a varios jóvenes bolivianos dictando clases de formación musical. Aquí aprenden la música popular y se especializan en distintos instrumentos o estilos, una opción, que según cuentan, no la encuentran en Bolivia, ya que la mayoría de los músicos se ven forzados a experimentar con la música de forma empírica sin contar con el apoyo técnico y formativo de profesionales.
Las historias de estos jóvenes músicos tienen un denominador común: la necesidad de crecer como músicos y estudiar la música popular en búsqueda de otras alternativas que reinventen y enriquezcan el folclore boliviano.
“Yo quería ser músico pero te encuentras con la realidad de que en Bolivia con la música no se puede vivir porque no hay donde estudiar. No hay apoyo gubernamental para esto y principalmente no hay una cultura musical por lo que principalmente se ve al músico como un amenizador de fiestas y no un profesional”, señala Bruno Cuellar, uno de los jóvenes que estudian en la escuela.
Bruno es cochabambino, hijo del cantautor yacuibeño Yalo Cuellar. Llegó en 2010 a Buenos Aires para estudiar violín en la Empa, instrumento con el que se especializó y continúa perfeccionando en el estilo del Tango.
El joven, que se encuentra cursando la licenciatura en Música de Cámara en la Universidad Nacional de Lanús, trabaja también como músico de sesiones en participación con diferentes artistas como el reconocido folclorista Jaime Torres. Cuando vuelva a Bolivia, remarca tarara de darle otra impronta a la música popular e impulsar espacios que la enseñen de manera técnica.
“Hay intérpretes de música popular en Bolivia como Matilde Cazasola o Mauro Núñez, que en los años 70, realizaron cosas interesantes con obras que enriquecieron al folclore con mucha seriedad. Luego se empezaron a perder estos ritmos tradicionales y desde los años 80 hasta la actualidad se los dirigieron más para un motivo fiestero en torno al carnaval, caracterizado principalmente por morenadas y caporales, relegando de esta forma a otros ritmos importantes”.

Mayor oferta
Cuando los jóvenes músicos llegan a Buenos Aires, más allá de la formación técnica o académica que puedan realizar en los diferentes centros de formación, tienen que pensar en trabajar y en inmiscuirse con el ambiente artístico que les permita hacer lo que les gusta y ganar dinero para su subsistencia y manutención.
Luis Alberto Mercado es cochabambino, tiene 26 años y hace 4 años que vive en Buenos Aires. Está concluyendo sus estudios en percusión en EMPA a la vez que trabaja también como músico de sesión para grabaciones en estudio y música en vivo.
A pesar de que en Bolivia daba clases en el Instituto Laredo de Cochabamba y tocaba con grupos de renombre como Tupay o LLajtaymanta, vino a Buenos Aires buscando un crecimiento musical, y al llegar tuvo que empezar de nuevo y abrirse camino de a poco. Algunas de sus primeras presentaciones no cubrieron ni siquiera el costo del transporte de su batería pero hacía lo que le gustaba y aprendió en el día a día.
Actualmente Luis es reconocido en los circuitos musicales alternativos de Buenos Aires, y toca en un grupo llamado La Inversa que realiza música folclórica argentina y latinoamericana en fusión con otros ritmos, además de realizar presentaciones junto a Nahuel Pennusi, músico invidente que toca con la guitarra en posición horizontal, y también con el arreglador y Popi Spatocco.
“Una de mis metas es volver a Bolivia y con mi experiencia y conocimientos, replicar lo que hizo la Empa en la enseñanza de la música popular, adaptándola a las necesidades y al contexto boliviano, para lo cual, se debe formar un público para hacer un folclore fuera de lo comercial y trabajar mucho con los niños y jóvenes. Ese público es el que va consumir el arte que producimos pero es súper necesaria una escuela de estas características, y si se cuenta con el apoyo del Estado, sería mejor para hacerla más grande y sustentable”, dice.
Mauricio Canedo es otro joven boliviano que igualmente llegó a la escuela de Música Popular de Avellaneda el año pasado, buscando otro camino del que tenía en Bolivia. En su país natal llevó adelante el proyecto Quimbando por más de 10 años, junto a un amigo y otros músicos que se fueron sumando, contando, desde la música, lo que iba pasando en el país.
“Se fueron sumando músicos e instrumentos paulatinamente y las composiciones se fueron transformando de acuerdo a lo que se proponía y a la necesidad de expresarlo en un proyecto musical alternativo”, destaca. .
“Soy un músico autodidacta que vine a buscar una formación un poco más solida en cuanto a lo musical, para seguir haciendo lo que me hace feliz que es componer y tocar música. Para cubrir mis gastos doy clases particulares de guitarra y soy columnista del sector cultural del periódico quincenal El visor boliviano” concluye.



Buenos Aires consta de una variedad amplia de centros

EMPA
La Escuela de Música Popular de Avellaneda, única en su tipo en la Argentina y en América Latina, cuenta dentro de su alumnado con jóvenes provenientes de diversos países (Chile, Perú, México, Uruguay, Colombia, Holanda, Alemania), hecho que pone en evidencia su importancia dado el alto y específico nivel académico de sus docentes.

Centro Cultural Néstor Kirchner
El proyecto del Centro Cultural Kirchner fue una iniciativa del expresidente de la Nación, Néstor Carlos Kirchner, y de la actual presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quienes propusieron establecer un gran espacio cultural conservando la historia de un edificio Palacio de Correos y Telégrafos.

Músicos bolivianos
Los músicos bolivianos llegan a Buenos Aires en busca de los espacios de formación técnica y académica de los que carecen en Bolivia. La mayoría de ellos busca perfeccionar su estilo e incursionar en nuevos géneros para luego volver al país. Luis Mercado (en la imagen), Mauricio Canedo o Bruno Cuellar son algunos de los jóvenes talentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario