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jueves, 11 de mayo de 2017

Xiomi, joven boliviana, escapó de red de trata de personas en Perú

Aunque ella no se dio cuenta al subir a un ómnibus en su país, alguien siempre la miró con lujuria, estudió minuciosamente sus movimientos y la acechó sin escrúpulos. Xiomi Morelia Lema Ávila, una joven boliviana de 21 años, estudiante de Derecho, escapó de una red internacional de trata de personas que la secuestró en su país y apareció en Lima, donde fue rescatada por la policía.

“Mi cuerpo es mío”, dice Xiomi como convenciéndose de un principio que le costó mucho poder librarse de esta mafia que tenía como objetivo prostituirla en Piura.

Hoy, con un rostro que muestra las marcas que le dejó la desesperación de haber sido víctima de trata durante un tiempo que no quiere recordar, se sienta en una silla de la comisaría de La Victoria, dispuesta a contar su historia.

“Vivo en Villamilderra, calle Bustamante, Aslto Chijini N° 1181, La Paz. El viernes (5 de mayo) a las 14.00 horas abordé un vehículo de servicio público desde la localidad de El Prado con destino a mi casa”, recuerda sin darse cuenta, que ese día estaba firmando su secuestro.

“En el camino se sentó a mi lado una persona de unos 43 años, moreno, de contextura gruesa y alto. Llevaba puesto un chullo”, indicó la joven.

Luego continúa: “Desperté en un camión de carga de color blanco con carpa de lona azul. Había una ecuatoriana y otras dos mujeres, no sé de qué nacionalidad, que iban durmiendo. El camión viajó varios días y éramos custodiadas por un hombre que se protegía el rostro con una bufanda de color marrón y un gorro blanco”, recuerda.

Con resignación, pero con la seguridad de que todas esas imágenes grotescas que están grabadas en su mente y en su corazón son parte de su vida, porque ahora quiere empezar a escribir una nueva historia, señala: “Pensé que en la primera oportunidad que tendría para escapar no lo dudaría, Y así fue”, manifiesta la afligida joven.

“Cuando se estacionó el vehículo aproveché un descuido de los hombres y escapé. Llegué a una casa donde pedí apoyo. Me regalaron una polera porque solo tenía puesto un brazier”, narró con valentía.

Finalmente señaló que subió a un ómnibus y que llegó a la terminal de la empresa de transporte El Ronco, frente a la plaza Manco Capac, en La Victoria. (La República)

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