Buscar

martes, 21 de julio de 2015

La omisión, que pudo salvar a Reina de la cárcel en Argentina




De ojos rasgados, piel morena y vestida de negro, casi sin comprender la realidad, la boliviana Reina Maraz Bejarano escuchó como la auxiliar del Tribunal Oral 1 de Quilmes leía la condena a prisión perpetua que derivó en su inmediata detención, ya que se encontraba cumpliendo prisión domiciliaria.

La mujer que habla en quechua y entiende pocos términos en castellano recibió la más dura de las penas que prevé el Código Penal argentino, por ser supuestamente “coautora del delito de homicidio calificado por alevosía con la finalidad de cometer un robo contra su ex pareja (Limbert Santos) para luego enterrarlo en un basural”. Cuando Reina fue detenida asintió con la cabeza pero jamás pensó en que al hacer esto se condenaba ella misma.
Según dio lectura la doctora Mara Torres; el Tribunal votó por mayoría la condena en contra de la mujer oriunda de Bolivia por participar en el crimen cometido en noviembre de 2010 en el complejo de humildes viviendas que compartían en La Trilla y Araucano, de La Capilla, en Florencio Varela.
Según consta en la causa un sujeto llamado Tito Vilca Ortiz discutió con la víctima y mediante asfixia por estrangulamiento con una toalla le habrían provocado el fallecimiento. Luego Reina Maraz Bejarano con el sujeto agresor habrían trasladado el cuerpo en una bolsa hasta un basural que estaba en el terreno, donde funcionaba un horno de ladrillos y lo enterraron.
Momentos después de haberse leído la resolución contra Reina, el desconcierto fue el común denominador en la sala B del primer piso de los tribunales penales. Sobre todo porque varias organizaciones se movilizaron ante lo que consideran un proceso injusto.
Uno de los primeros aspectos que jugó en contra de Reina es que durante el proceso no se pudo defender adecuadamente ya que sólo habla su lengua materna (quechua). Ahora cuenta con una traductora, pero la sentencia ya fue dada.
Sumado a esto, nuevos datos salen a luz y uno de los principales revela que los jueces omitieron la declaración del Vicecónsul de Bolivia en Buenos Aires, Valentín Herbas, cuyas palabras podrían haberla salvado de la fuerte sentencia.
Añadido a estos aspectos, la declaración de su propio hijo de cinco años presenta varios vicios de nulidad, pues pudo incluso haber sido influido por sus abuelos paternos con quienes vivía.

El caso de Reina
Reina fue detenida en noviembre de 2010, estuvo durante un año y medio en prisión, al principio como reclusa en comisarias hasta llegar a la penitenciaria de Hornos en la provincia de Buenos Aires. La mujer fue alejada de sus dos hijos, Kevin y Fermín de 3 y 5 años respectivamente. Año y medio después fue la Comisión Provincial por la Memoria-entidad que apoya la defensa de los derechos humanos en Buenos Aires- la que se sensibilizó con su caso y logró conseguirle una traductora.
Cuando la boliviana, con ayuda de su traductora, finalmente pudo hablar en su lengua materna expresó su verdad. Relató así la violencia sistemática a la que fue sometida por su concubino Limbert Santos, con quien convivía desde que ella tenía 17 años en la comunidad de Avichuca, en Sucre.
Dijo que en el año 2009 fue obligada a ir a la Argentina por su concubino que ya hacía un tiempo vivía y trabajaba ahí, añadió que ante los celos de su pareja tuvo que acceder a viajar al vecino país.
Como pareja terminaron viviendo en una caseta precaria junto a un horno de ladrillos, donde convivían con otras personas que trabajan ahí, entre ellas Tito Vilca Ortiz. Éste último se hizo amigo de su pareja y compañero de salidas nocturnas. La boliviana explica que fue violada en más de una ocasión por Tito al ser entregada por su concubino para pagar una deuda de juego.
De acuerdo a Reina, la noche de los hechos los dos hombres (su esposo y Tito) discutieron y la encerraron junto a sus niños, luego fueron a pelear afuera y a las horas Tito entró y la violó delante de sus hijos. Éste le dijo que su marido se fue a Capital, pero ante la desaparición del esposo que supuestamente fue a entregar un dinero a la hermana, ella realizó la denuncia (de desaparición) ante las autoridades policiales junto a su suegro.
Sin embargo, a los cuatro días, el suegro realizó una nueva denuncia que indicó que Limbert Santos estaba muerto y que fue enterrado en el terreno del horno. Argumentó que su nieto mayor (de cinco años) habría visto que Tito y Reina lo mataron con un toallón y luego lo enterraron. El cuerpo de Limbert fue encontrado y Reina y Tito fueron detenidos.
Las integrantes del Tribunal Oral 1 jamás creyeron en el relato de Reina, ni tomaron en cuenta las múltiples violencias sufridas. Tomaron como principal prueba la declaración de su hijo, que fue realizada un año después mediante Cámara Gesell (cuando el niño tenía 6 años) con una serie de vicios de nulidad.

Tito y la omisión
En prisión, Reina descubrió que estaba embarazada de siete meses y tras dos meses más tuvo a su hija Abigail. En la actualidad ella no sabe si el padre de la niña es el que era su concubino o Tito, su constante violador, ya que ambos se encuentran muertos.
Tito, quien fue recluido junto a Reina falleció en la cárcel a causa de una cirrosis hepática, por lo que no llegó al juicio y no declaró su versión de los hechos de manera oficial. Sin embargo, en una visita del Vicecónsul de Bolivia en Buenos Aires, Valentín Herbas, éste le contó que los hechos se suscitaron en una pelea entre él (Tito) y Limbert.
Todo daba a entender que Tito iba a asumir el delito y confesar todo. Empero, el Vicecónsul lo frenó y le dijo que no le diga nada mas, pues le pidió que lo que tenga que declarar lo haga ante la Fiscalía. A los días Tito murió y no declaró. En su reemplazo lo hizo de manera voluntaria el Vicecónsul, empero las jueces descartaron su declaración como prueba a favor de Reina.

Las jueces señalaron
lo siguiente:
“En una visita oficial del Vicecónsul a Tito Vilca, éste le expresó que luego de una fiesta, estando solo con Limbert se abalanzó sobre él, tumbándolo, luego se colocó encima y lo apretó, por lo que hizo un esfuerzo y pudo dominarlo. En ese momento de la declaración lo interrumpe Herbas diciéndole que no quería escuchar más al respecto y le pide que declare ante la Fiscalía”
De esta manera las jueces resuelven “Queda descartada esta declaración ya que se trata de la reproducción de un relato de Tito, cuyo grado de credibilidad es de imposible verificación”.

Las dudas sobre la
declaración del niño
El niño Kevin tenía cinco años cuando acontecieron los hechos y la declaración en Cámara Gesell se realizó un año después, cuando vivía con los abuelos paternos y su madre estaba en prisión. Hoy tiene nueve años, pronto cumplirá 10 y vive en Avichuca-Sucre con sus abuelos maternos.
La defensa de Reina argumenta que la familia paterna podría haber influido en la declaración del niño, pues éste indicó que Reina y Tito mataron a su papá para robarle 1.200 pesos.
La defensa argumenta que no se procedió de manera correcta a entrevistar al menor. Explica que se trató de un interrogatorio común, además de que el niño utilizaba algunas palabras en quechua.
La Defensa añade que hay detalles sospechosos como que el niño señaló un secador para referirse a un toallón, y que los comisarios no entendían a que se refería. Pero esto tampoco fue tomado en cuenta.

El precio de asentir
con la cabeza
Otro punto en contra de Reina es que ella, una vez que fue detenida asintió con la cabeza, las jueces tomaron este acto como una declaración de su culpabilidad en el caso. Cuando Reina tuvo la traductora explicó que lo hizo por respeto, como un rasgo cultural de su país. Sin embargo, el gesto quedó plasmado como la confesión de Reina del asesinato de su concubino. Una vez más ya era tarde para la boliviana.


EL DATO

Reina hoy cumple su sentencia en una precaria vivienda, donde vive con su hermana y es monitoreada con una pulsera electrónica, esto es temporal para que pueda atender a su pequeña niña



Lea también..

Reina, la boliviana sentenciada a cadena perpetua en Argentina

No hay comentarios:

Publicar un comentario