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martes, 8 de marzo de 2016

Medidas de Macri afectan a compatriotas

Cada día hay más bolivianos desocupados a causa de las medidas implementadas por el presidente de Argentina, Mauricio Macri, debido a que liberó las fronteras a los productos de exportación, por ejemplo, la ropa fabricada en China, afirma el periodista David Tejerina, quien dirige el diario digital Infodiez.com.

Esta situación perjudica a más del 60 por ciento de los bolivianos en Argentina, ya que este sector demanda una gran cantidad de mano de obra boliviana.

La situación económica para los bolivianos empeoró aún más desde que, por ejemplo, Macri decidió quitar la subvención a la energía eléctrica.

Tejerina asegura que el impacto de esta medida ha sido muy fuerte porque varios compatriotas tienen sus talleres de costura y la factura por este servicio subió de 300 pesos argentinos (19 dólares) a 3.200 pesos (203 dólares).

Lo que va a generar esta subida es que el empleador despida a sus trabajadores, incremente el precio de sus productos y, en consecuencia, venda menos. A esto se suma el aumento de los alquileres, que sobrepasa el 45 por ciento . La mayoría de las familias bolivianas vive en cuartos o viviendas arrendadas.

También se incrementaron las tarifas del transporte y de los alimentos de primera necesidad, como la carne. Un kilo de asado hasta hace dos meses costaba 60 pesos argentinos (3.8 dólares) y ahora está en 160 pesos (10 dólares).

Sonia Rocabado, de 59 años, una boliviana que reside cerca de cuatro décadas en Argentina, afirma que la subvención que estaba vigente para los servicios básicos les permitía ahorrar para destinar ese dinero en alimentos.

No obstante, Rocabado asegura que esta medida afecta a casi todos los que viven en Argentina, no solo a los bolivianos.

En criterio de Rocabado, la situación de los bolivianos no es tan desesperante. Muchos compatriotas diversificaron sus negocios, algunos instalaron cabinas telefónicas y otros consolidaron sus verdulerías y restaurantes.

SIN TRABAJO

Una habitación de no más de 16 metros cuadrados, que a la vez hace de dormitorio y comedor, y otro ambiente donde se preparan los alimentos, los pocos que se consiguen en el día, albergan a la familia Gutiérrez en un barrio de Buenos Aires.

Desde que fue despedida de su trabajo, hace cuatro meses, la boliviana Marlene Gutiérrez trata de sobrellevar la crisis que se cierne sobre su familia. La mujer comenta, en contacto con este diario, que varios de sus amigos han quedado desempleados, sin dinero en el bolsillo, pero aún así se resisten a retornar al país.

Marlene Gutiérrez es una de las bolivianas afectadas por el cierre de los talleres de costura.

Esta madre y sus dos hijos llegaron a Buenos Aires, Argentina, hace nueve años, en 2007. Llevaban sobre sus espaldas algunas mochilas con sus ropas, documentos de identidad y sus fotografías familiares.

Un tío de Marlene la había convencido de migrar a ese país para trabajar en un taller de costura. La promesa era tentadora, un sueldo de 700 dólares, comida, seguro de salud, un horario cómodo y dos días de descanso.

Sin embargo, la realidad fue, desde el primer día, muy diferente para esta madre de dos niños, de cinco y ocho años. Su salario, si es que se le cancelaba hasta mediados de mes, no pasaba de los 300 dólares. La comida consistía en un plato de arroz con algún pedazo de carne y no podía acceder al sistema de salud, porque carecía de papeles.

En los casi nueve años que trabajó en este taller no logró ahorrar dinero. Buena parte de su salario se iba en el alquiler de un cuarto que tomó en 2010 y en la comida de sus hijos.

Cuando ella pensaba que su situación no podía empeorar, el cierre del taller de costura, donde trabajó desde que llegó a ese país, le planteó una situación aún más difícil. Sin ingresos, sin vivienda propia y con algunas deudas económicas.

Actualmente vive en Portela, una zona de las afueras de Buenos Aires. Su hijo mayor, que ahora cuenta 17 años empezó a trabajar en un emprendimiento de costura con sus amigos, también de nacionalidad boliviana. Confeccionan buzos.

SUBVENCIÓN

¿Pero qué hacen los bolivianos que son despedidos de sus fuentes de empleo? El periodista David Tejerina explica que los que están bajo algún convenio laboral demandan a sus patrones ante el Ministerio de Trabajo y reciben apoyo de sus sindicatos con manifestaciones y bloqueos en los ingresos de sus empresas, para presionar.

Otros, la gran mayoría, no hacen nada porque no saben adónde acudir, no tienen acceso a los servicios de un abogado para recibir asesoramiento, pero no porque no tengan dinero para contratar uno, “sino porque son muy humildes, inocentes y no tienen familia que los acompañe”.

Los bolivianos que trabajan legalmente y son despedidos reciben una subvención del Gobierno de Argentina. Dos de los requisitos para cobrar el fondo de desempleo son la carta de despido y tener al menos tres años de radicación en el país.

La ayuda que proporciona el Estado es mínima, no supera los 1.200 pesos argentinos (76 dólares). Con ese dinero un familia con un hijo puede alimentarse una semana y las otras tres se queda sin recursos para comer, menos para comprar ropa.

La familia de la boliviana Virgina López es una de las que se beneficia con el fondo de desempleo. Esta madre de dos niñas trabajaba en limpieza en un hospital de Buenos Aires, pero debido a la reducción de personal fue despedida.

Virginia comenta que durante los últimos tres meses (noviembre y diciembre de 2015 y enero de 2016) recibió el dinero del fondo de desempleo, que ronda los 70 dólares.

Este dinero lo utiliza para satisfacer las necesidades básicas de su familia: alimentación y transporte para llevar a sus hijos a la escuela.

Para fortuna de Virginia, uno de sus hermanos vive en Argentina y por el momento la está alojando en su casa, lo que le permite ahorrar en ese ítem.

REGRESAN LOS

QUE TIENEN MÁS

Debido a la crisis que afecta a la Argentina, muchos bolivianos optaron por regresar al país. Sin embargo, irónicamente -afirma el periodista David Tejerina- retornan los que están en una mejor situación económica.

"Desde que el peso argentino se desvalorizó, varios bolivianos en Argentina decidieron volver. Pero hay que puntualizar que no retornan los que menos tienen, sino los que más tienen. Van a Bolivia a hacer negocios, en el sector textil, gastronómico y de la construcción".

En resumen, apunta Tejerina, siguen sufriendo los bolivianos menos favorecidos económicamente en Argentina, porque deciden quedarse.

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