El mismo día en que la OTAN asumió bajo la operación Protector Unificado el mando completo de las operaciones militares en Libia, los máximos responsables del Pentágono y el número dos del Departamento de Estado defendieron ante el Congreso la intervención estadounidense.
El Gobierno de Barack Obama se muestra satisfecho con los resultados logrados en ambos frentes, aunque con algunos matices. El subsecretario de Estado, James Steinberg, consideró ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes que la deserción del ministro libio de Asuntos Exteriores, Musa Kusa, representa “una indicación” de que las medidas de presión impuestas sobre el régimen el Gadafi “pueden tener éxito”. Cuando “alguien que ha estado durante tanto tiempo como él con Gadafi abandona es una fuerte señal de que ya no hay más futuro” en ese régimen, sostuvo Steinberg.
La batalla de Bengasi
En el plano estrictamente militar, cuando parecía que las fuerzas leales al líder libio, Muamar Gadafi, iban a volver a hacerse con el control de la ciudad de Brega, los rebeldes consiguieron ayer una leve ventaja y les hicieron retroceder 40 kilómetros al oeste.
Frente a los tanques, misiles Grad y obuses de los “gadafistas”, los milicianos sublevados presentaron batalla con fusiles Kalashnikov, cohetes Katiusha, baterías antiaéreas y mucho entusiasmo. Desde Bengasi, capital de los revolucionarios, el portavoz de los insurgentes Mohamed Mergirby dijo a EFE que “las fuerzas de Gadafi están a 40 kilómetros al oeste de Brega, que está bajo control de los rebeldes”.
A juicio de Mergirby, esta leve ventaja se ha conseguido gracias a un cambio de estrategia militar, ya que ahora hay miembros de las milicias combatiendo en la primera línea del frente.
El diario de la guerra civil en Libia
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