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domingo, 9 de agosto de 2015

Bolivianos deciden quedarse en España pese a la discriminación

Julia y Román son parte de historias recurrentes que nacen de la promesa de “mejores días” a partir de la migración a España. Al igual que estos casos, miles de dramas familiares se viven en Bolivia a la espera de aquel ser querido que se fue y hoy es parte de los “nuevos hijos de España”, que probablemente no volverán.

“Los nuevos hijos de España”. Así se denomina a los bolivianos que emigraron al país ibérico y que decidieron echar raíces para no volver más. Los descendientes de estos compatriotas también asumen esta postura y se establecen en el Viejo Mundo.

UN VACÍO

Cuando Julia partió, Óscar, el más pequeño de sus hijos tenía apenas tres años. Hoy, al cumplir la mayoría de edad, aún aguarda la promesa del reencuentro familiar.

-¿No tienes mamá? -Está en España, respondía Óscar a sus compañeros de kínder.

-¿Cuándo vuelve tu mamá? -En Navidad, explicaba a los vecinos. Tenía ocho años.

-Tu mamá debía venir para Año Nuevo. ¿Qué pasó? -Preguntaban sus primos. -No encontró pasajes, pero vendrá para los 15 años de mi hermana mayor.

Y así, pasaban los años, con innumerables tropiezos para el esperado encuentro. “No hay pasajes”, “No conseguí reemplazo para mi trabajo”, “Primero sacaré mis papeles”, “Reuniré todavía dinero para comprarnos un lote”, “Después que construyamos una casita”, “Este añito más”, “Volveré para la graduación de mis hijas” y así... pasaron los años.

Durante estos más de 15 años, Óscar y sus hermanas crecieron al amparo de su padre y de ellos mismos.

Para Óscar, que inicialmente no guardaba ningún recuerdo de su madre en la memoria, el avance de la tecnología ha permitido que esta ausencia sea menos sentida, primero a través de cartas, y luego conferencias telefónicas le permitieron conocer su voz. Con los años, el internet facilitó su comunicación y hoy puede conversar con ella a través de aplicaciones desde su smartphone.

“Fue complicado, porque mi papá también salía a trabajar. A veces viajaba y nos quedábamos solos”, relata y cuenta los innumerables contratiempos y anécdotas que pasaron juntos, desde quemar una olla al cocinar hasta los delicados asuntos de sus hermanas, comprar la ropa interior o las toallas higiénicas.

Cada problema, en su momento, fue de gravedad, como aquella tarde que el enamorado de una de sus hermanas vino a la casa cuando no había nadie, hasta la reciente aparición de un cuarto hijo de su padre.

“Esa fue la gota que colmó el vaso. Mis hermanas se enojaron con mi padre... todos nos enojamos con él, pero ahora mi hermana desapareció”, cuenta Óscar al señalar que tiene una leve sospecha de que haya podido irse a España, junto a su madre.

Al conocer algunos detalles de la relación de sus padres, la incertidumbre de Óscar es aún mayor.

“Dicen que mi papá era siempre un mujeriego y que por eso mi madre se fue. No ha faltado la gente que habla y dice que mi madre ya tiene otra familia allá... pero nosotros nunca hemos perdido contacto con ella. Mi padre siempre dijo que ella era muy buena, lo único que no sé es por qué hasta ahora no regresa”, se pregunta Óscar sin encontrar razones de esta larga ausencia.

Cada habitante de Bolivia tiene un amigo, una madre, un vecino, tío o primo que marcharon rumbo a Europa, y que con su partida inició un drama para quienes se quedaron a la espera de su regreso.

“Es más difícil para el que se queda, porque cada espacio, cada lugar de la casa, cada momento, día festivo, cumpleaños... ¡todo! te recuerda a ese ser querido que está lejos”, afirma Natalia, quien inicialmente sufrió la ausencia de su pareja y ahora está en España, junto con su esposo, luchando por volver o, en su defecto, llevar consigo a sus dos hijos.

¿Por qué la gente se va a España? “Por el factor económico”, es la respuesta de casi todos los migrantes. ¿Pero por qué no regresan en el tiempo programado? Las respuestas son innumerables y tienen muchos peros.

“Es cierto que el dinero es un factor importante y determinante para salir del país, pero en el fondo cada persona tiene otro motivo que fue el que verdaderamente lo impulsó a tomar la decisión”, asegura Adela Espada.

En los 12 años que Adela lleva en España ha conocido innumerables historias, que si bien empezaron con la búsqueda de mejores días, en el fondo habían otras razones, como las agobiantes deudas, los desamores, embarazos no planificados, la vergüenza frente a alguna conducta inapropiada, o simplemente la seducción de lo nuevo.

Necesidad o comodidad. Lo cierto es que hay miles de bolivianos que aún continúan en España. El cónsul general de Bolivia en Madrid, Eduardo Ugarteche, sostiene que alrededor de 40 mil compatriotas permanecen en Madrid, 50 mil en Barcelona y 25 mil en otras regiones de España.

Cada familia en Bolivia conoce las razones expresadas por sus seres queridos en el exterior, pero solo ellos dan cuenta de lo que realmente retrasa o descarta definitivamente su retorno.

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