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lunes, 24 de agosto de 2015

Tarijeños despiertan del “sueño argentino” y retornan a su pago



Eran las diez de la mañana y el sol brillaba en el cielo azulado, el viento característico de agosto golpeaba mi rostro mientras conducía; pues le pedía velocidad a mi auto debido a que ya estaba sobre la hora para encontrarme con Froilán.

No lo conozco, no sé cómo es, ni cuántos años tiene, el único dato que tengo de él, es que es uno más de los tarijeños que se fue a la Argentina y que volvió a su pago, producto de la crisis que vive ese país.
Ubicarlo no fue difícil y es que el lugar donde trabaja- Ancón Chico- está antes de ingresar a El Valle de la Concepción. Ahí estaba él, con su sombrero chapaco color café, la clásica camisa blanca de mangas arremangas, un pantalón oscuro igualmente doblado y sus ojotas ya gastadas.
Se ve mucho más mayor de lo que lo imaginé, es algo tímido y serio. Sin alzar mucho el timbre de su voz, saluda y escucha el motivo de la visita; luego da su consentimiento para empezar la entrevista y así empieza el viaje en el tiempo.
“Yo me fui el 92, trabajé una temporada, luego vine y me llevé a mi familia. Tenía mi casa aquí” dice al ser consultado sobre en qué año se fue para Argentina. Posteriormente informa que ahora tiene 56 años.
Consultado ¿por qué y a dónde se fue? dice que a Mendoza, “porque allá estaba mejor, la verdad que se ganaba bien”, añade y agrega que ahí se fue en un inicio con su hermano. Luego cuenta que tras ese primer encuentro con la tierra del tango, donde logró unos buenos pesos por su trabajo, retornó a su tierra a llevarse a su mujer y a sus hijos para emprender un nuevo sueño.
Relata que allá trabajó primero como jornalero (personas a las que se les paga por día trabajado), pero debido a que estaba con su familia y sumado a que a los jornaleros no se les da techo donde vivir, pasó a ser mediero (tipo capataz que trabaja por un porcentaje que se logre en la cosecha).
Mientras Froilán cuenta la forma de trabajo en aquel país, llega su mujer, vistiendo un buso color gris, una blusa y una chompa abierta color verde. Lleva también un sombrero, imprescindible para el trabajo en el campo. Saluda cordialmente y, más arronjada que su marido, se lanza a la entrevista para contar también su experiencia.
“El liguero (jornalero) no tiene casa señor, trabaja al día y no tiene casa, tiene que tener donde vivir. En cambio al mediero le dan casa, no de lujo pero tiene un techito donde dormir”, explica Candelaria Quiroga.
Así, con la compañía de su mujer y teniendo como fondo el trinar de los pájaros, la charla se vuelve más amena. La pareja cuenta las peripecias que tuvieron que pasar para prosperar en Argentina. Relatan cómo pasaron, de ser medieros a ser prácticamente los patrones, pues llegaron a alquilar terrenos para realizar su trabajo. Esto les llevó después a contratar a compatriotas para cosechar.
Sin embargo, y como todo trabajo en el campo es difícil, relatan que para poder emprender esta iniciativa debían pagar la suma de 5 mil pesos argentinos por el alquiler durante aquellos años, pero luego la suma fue subiendo más y más cada año. Este monto debía ser cancelado sea buena o mala la cosecha.
“Yo he trabajado un tiempo ahí, pero después me alquilé unas cinco hectáreas, de ahí unas ocho, nueve, hasta 10 hectáreas. Después me cayó cuatro años piedra (granizo), dos años cero”, cuenta Froilán. Explica que sembraba “de todo”, “cebolla, papa, tomate, verduras, lo que sea” y asegura que durante varios años les fue bien, pero después las cosas fueron cambiando.
Recuerda que en los primeros años que se fue, un jornalero ganaba más o menos cinco pesos al día, “pero estaba al par, yo venía aquí con cinco pesos y eran cinco dólares, pero ahora no vale”, añade. Según afirma, ahora los jornaleros ganan entre 150 a 200 pesos al día; sin embargo esto al cambio en moneda boliviana resulta entre 60 a 70 bolivianos.
“Yo alquilo, pago un precio por año; me encargo de trabajar con tractor, agua, ocupo gente también, pero ahora no se puede ocupar gente, ya no se puede trabajar, la gente ya no quiere” explica Froilán antes de que intervenga su mujer. “Ya no sirve, metimos la pata y tuvimos que venir acá porque si no esto más lo vamos a perder”, interrumpe ella.
Ahí me entero que mientras estaban en Argentina sacaron un crédito para habilitar las tierras que tienen en su comunidad (Ancón Chico) y que uno de los objetivos de su regreso al pago, es precisamente trabajar la tierra para poder pagar su deuda.
“Al cambio, traís 100 mil pesos de allá y no es ni 50 mil, no alcanza ni para pagar una cuota de 65 mil, así que no te alcanza la plata. Por eso le dije a ella que hay que venirse aquí a trabajar, atender el terreno y tratar de sembrar”, detalla Froilán.
Así, ambos cuentan que en Argentina vivieron gran parte de su vida, se enfermaron e incluso se hicieron operar. Recuerdan que Candelaria tenía que tomar pastillas todos los días para poder trabajar. Afirman que la vida fue dura, pero dicen que por lo menos sirvió para que sus hijos crezcan en otro ambiente y con otra mentalidad.
Después de 23 años y con nada más que los recuerdos, la pareja que ya está en las puertas de la tercera edad admite que dejaron todo en ese país, incluyendo sus hijos, quienes aún están allá trabajando, pero también dos de ellos estudiando.
De hecho, afirman que uno de ellos está entre los cinco mejores alumnos de la carrera técnica de Ingeniera Industrial y que está buscando lograr una beca para ir a trabajar en Brasil.
Dicen también que dos de sus hijos están interesados en retornar a su pago, porque la situación en esa región ya no es del todo favorable. Los otros quieren terminar sus estudios y posiblemente, si hay la oportunidad, volver a su pago para trabajar en su profesión.
Consultados sobre si consideran que se terminó el “sueño argentino”, ambos afirman que sí, al mismo tiempo, como si hubieran practicado.
“Sí la verdad hay mucha gente que al día de hoy y por progresar se van pero luego vienen. Aconsejarles que se queden a trabajar acá. Porque acá está mejor, aquí hay empresas, hay mucho trabajo en cuestión de albañil o de ayudante y pagan bien. Te dan la comida y te pagan 100 bolivianos. Pagan bien”, agrega Froilán.
Además, la pareja asiente que ahora es diferente trabajar en su pago. Dicen que hay créditos disponibles, se refieren así al Programa Solidario Comunal (Prosol) y con esto afirman que la ayuda para salir adelante en el tema productivo puede ser posible, cosa que según recuerdan, no sucedía años antes.

El retorno
La historia de Froilán y Candelaria no es ajena, ni la única en las comunidades rurales del Valle Central y la Zona Alta del departamento de Tarija. Tanto que es vox populi entre las autoridades que tienen que ver con el tema, que los tarijeños que vivían en el vecino país están retornando.
La directora de Migraciones en Tarija, Lourdes Aldana, reconoce esta situación y afirma que en los pasos fronterizos ya no se registra el mismo flujo de migrantes tarijeños que viajaban a Argentina por motivos de trabajo.
Recuerda que comunidades enteras del Valle Central de Tarija y de la Zona Alta se quedaban casi desiertas en determinadas temporadas del año, porque su población se iba a Argentina para trabajar. Dice que esa misma gente venía para las fiestas de Urkupiña, Chaguaya o Carnaval a vacacionar o hacer turismo.
Según Aldana las cosas cambiaron, pues desde el 2013, año en el que empezó a hacer una relación de datos sobre el asunto, vio que el retorno de los tarijeños de Argentina por turismo “disminuyó considerablemente”.
“Es más, el año pasado se registró una disminución de más del 60 por ciento de ese flujo de bolivianos que estaban en Argentina y venían a vacacionar. Más bien parecería que esa gente está retornando, de a poco, a vivir definitivamente en el país”, afirma.
Otro de los datos que, según ella, es una muestra de esta realidad, es el referido a los trámites que se hacen para obtener el documento de identidad de los hijos de padres bolivianos que nacieron en otro país, o en este caso en Argentina.
Informa que desde agosto de 2014 la responsabilidad de hacer este tipo de trámites pasó a ser tarea del Servicio de Registro Cívico (Sereci), por lo que no tiene las últimas cifras sobre estos procesos. Pero recuerda que hasta antes de que se de este cambio administrativo, las solicitudes para obtener este tipo de documentos iban en aumento.
Al respecto el director del Sereci, Alberto Mealla, quien si bien no tenía los datos a la mano sobre este asunto pidió un informe sobre el mismo, confirmó lo anunciado por la directora de Migraciones.
“Mayormente son de Argentina, tenemos datos genéricos de que en 2014 recibimos 166 solicitudes y el 2015 (junio) 184. La mayoría son ciudadanos que nacieron en Argentina (…) eso implica que en diciembre redoblaremos las solicitudes del año 2014”, dice al aclarar que sólo en la mitad del presente año se superó con 18 solicitudes, las recibidas durante toda la gestión 2014.
El trámite para los ciudadanos que nacieron en otro país y que son de padres bolivianos es sencillo, pues sólo se necesita un certificado de nacimiento legalizado por el Consulado de Bolivia en el país de nacimiento y homologado por la Cancillería de Bolivia. Además, se debe presentar el certificado de nacimiento y cédula de identidad del padre o padres bolivianos; y si éstos son casados, el certificado de matrimonio.
Otra de las personas que sabe del tema es el propietario de Trans Juárez la única empresa de buses que tiene el permiso para hacer viajes desde Tarija hacia Argentina. Agustín Juárez (propietario) confirma los datos y referencias alcanzados hasta ahora.
La empresa está habilitada para realizar viajes dos veces por semana (jueves y domingos) desde Tarija a Salta. Cuenta con dos buses de una capacidad de 38 y 54 respectivamente
“En cada viaje vienen dos o tres bolivianos que residían allá, con todas sus cosas. Existe una normativa argentina para que pasen nomás así todas sus pertenencias, entre éstas: heladeras, camas y esas cosas. Mientras hay espacio nosotros se lo traemos. La gente está volviendo a su lugar de origen, porque la situación no es la mejor en el vecino país”, sostiene.
Consultado sobre desde cuándo observó esta situación, explica que como empresa comenzaron a operar la ruta desde el año 2012; así cuenta que a los meses ya empezaron a observar tarijeños retornando desde Argentina, aunque aclara que eran muy pocos.
Ahora bien, reconoce que el servicio que prestan no es muy accesible para todos, por lo que indica que sabe que aquellos que no pueden retornar en sus buses, buscan su pasaje de vuelta en otros medios.
“Por lo menos las consultas a nuestra oficina para transportar su equipaje son muy numerosas y el costo es alto. Pero también sabemos que están viniendo en otros medios por la frontera e ingresando como pueden. Nosotros generalmente transportamos a la gente que puede. Las personas vienen y siempre lo están haciendo con sus objetos personales”, añade.



Los roles se invierten para los bolivianos

Este panorama va dejando en el recuerdo aquellas épocas cuando el tarijeño o el ciudadano boliviano, iba rumbo a Argentina para buscar trabajo o estudiar, o los argentinos venían a esta parte del mundo para vacacionar o de compras. La crisis de Argentina y la estabilidad económica de Bolivia se encargaron de dar la vuelta la realidad y ahora los roles cambian.
“Antes mucho emigraban buscando trabajo, pero ahora se está viendo al revés” afirma el propietario de Trans Juárez. Y es que según él, debido a la baja de la moneda argentina, los ciudadanos tarijeños y del interior del país optaron por hacer viajes de turismo hacia la república de Argentina.
“Nos compran boletos de Cochabamba, Santa Cruz, pero también extranjeros de todo el mundo, que vienen a Uyuni, de Uyuni a Tupiza y de Tupiza a Tarija”, añade.
La directora de Migraciones en Tarija, concuerda con Agustín Juárez y dice que en las pasadas vacaciones de invierno se registró una masiva presencia de familias tarijeñas pasando hacia Argentina a vacacionar, inclusive en vehículos particulares. “Eso también es una muestra, ya que debido a la situación que pasa aquel país, les significa mucho más provechoso ir desde aquí a vacacionar allá”, afirma.
Pero según Aldana, no sólo se están revirtiendo los roles en cuanto a turismo se refiere, pues informa también que ahora hay un flujo mayor de argentinos que vienen hacia Tarija con intenciones de trabajar.
“Tramitan la residencia por dos años, que es la primera, la obligada y el primer paso. A partir de esa, pueden hacer la residencia permanente. Tenemos un alto porcentaje, principalmente de mayores de edad, de 20 a 30 años, que vienen a trabajar y para esto necesitan regularizar su documentación”, dice.
Sin embargo, esto no se queda ahí y es que revela que los argentinos están pensando también en venir a Tarija para estudiar. Recuerda que hace poco recibieron una solicitud de una universidad privada para verificar si 30 estudiantes que ellos tenían y que figuraban como argentinos, habrían cumplido con el trámite legal. Dice que varios de ellos no tenían la documentación correcta, es decir, una visa de estudio.

De otras historias
Pero hay más historias personales detrás de esta realidad económica. Claudia (nombre ficticio) es oriunda de Santa Lucía-Entre Ríos y con sólo 19 años ya es madre de un niño de tres años. Hace poco más de seis meses se fue para Argentina pero retornó hace un mes.
“Me fui a Argentina el año pasado cuando estaba de 18 años, pero no me quedé mucho tiempo, estuve sólo medio año. Fui a trabajar allá porque salí del colegio, viste…”, dice con acento argentino y cuenta que quería ganarse unos pesos para continuar sus estudios. “Estuve medio año, pero después me vine porque dejé a mi hijo aquí, se quedó mi mami sola, mi papi solo, me vine a ayudarles, pero además vine porque lo que uno gana allá, viene aquí, hace cambiar la plata y no te dan ni la mitad”, afirma.
Similar postura tiene Paulina Gutiérrez, de 43 años de edad, madre de tres hijos, viuda y que tuvo que irse a la edad de 40 años rumbo al vecino país en busca de mejor suerte. Esto tras quedar sola a cargo de su familia. Cuenta que por unos cuantos meses la situación le era favorable; sin embargo, y con el bajón que sufrió la moneda argentina, las cosas cambiaron y tuvo que retornar a su pago hace no más de un mes.
“Dice que ahora, una persona que trabaja en Argentina puede ganar por mes hasta 2.000 pesos argentinos, pero resalta que eso ya no alcanza para nada. “Vas con 500 pesos al almacén y no traes nada. La carne está a 75, 78 pesos, el pollo está a 50 el kilo, la mercadería esta cara, la azúcar está a 12 pesos el kilo, el fideo a 12 pesos el kilo, el arroz está igual a 8 y 9 pesos; entonces, por ese motivo la gente se está regresando, porque no alcanza”, dice y añade que al menos en Bolivia se gana 100 bolivianos al día en el comercio informal, suma que alcanza para cocinar y subsistir con lo básico.

Proyecciones
Mientras los pronósticos para Argentina no son nada favorables, al menos por ahora, el Banco Mundial (BM) augura que Bolivia se vubicará en la presente gestión en segundo lugar entre los países con mayor crecimiento en la región. En 2014, la economía boliviana se situó primera en Sudamérica con una expansión de su Producto Interno Bruto (PIB) del 5,3%.

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