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viernes, 30 de diciembre de 2016

Bolivianos “se comen” el mundo

La falta de empleo rentable en el país y la realización de aspiraciones son las principales razones que llevaron a los migrantes a salir del país. El fenómeno se hizo más evidente en la década de los 80, cuando emprendieron rumbo a la Argentina y a los Estados Unidos.

Si bien asumieron tareas difíciles, lograron difundir la cultura latinoamericana. Han consolidado espacios donde el idioma en el que se comunican es el español, donde se comen las platillos típicos y se hace gala de la música y los bailes propios de Bolivia y de los países vecinos. Son importantes ámbitos de pertenencia y solidaridad.

Para la investigadora y directora del Centro de Planificación y Gestión (Ceplag) de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Carmen Ledo, la movilidad humana surge como la búsqueda de alternativas económicas ante la crisis del aparato productivo en el país.

Las principales tareas en las que se desenvolvieron fueron la construcción y la agricultura, en el caso de los hombres, y el cuidado de niños o adultos mayores, en el de las mujeres.

Los ciudadanos que se van lo hacen para mejorar sus ingresos, buscar un empleo o mejorar su educación, mientras que los que retornan huyen principalmente de los problemas económicos que sufren otros países.

La explicación realizada por la investigadora es corroborada por Ivan Nakamura, uno de los cerca de 8.000 bolivianos que viven en Suiza. El beniano radica en Europa hace 11 años. El 5 de agosto de 2005 llegó a España y el 4 de septiembre del mismo año a Suiza.

Nakamura decidió irse a Europa por la falta de trabajo. Como a muchos, le llegaron rumores de que en Suiza se ganaba mucho dinero. “Se escuchaba que un barrendero tenía un salario mensual de 5.000 dólares”.

Tomó la decisión y emprendió rumbo a lo desconocido dejando a su familia en su natal Trinidad. Ledo dice que esta es la realidad de las historias de los que atraviesan las fronteras en busca de mejores oportunidades para ellos y sus parejas e hijos.

En el estudio Migraciones Internacionales y Remesas, publicado en 2016, se señala que en una tercera parte de hogares cochabambinos encuestados hay un familiar en el extranjero. Cuando se analiza el destino cobra relevancia España e Italia (en Europa), y Argentina, Brasil y Estados Unidos.

La migración en un fenómeno histórico en la humanidad. Sin embargo, en los últimos años se presentan más frenos. Para Nakamura, la situación de los latinoamericanos es más complicada en Suiza porque no forma parte de Unión Europea. A pesar de la traba, “es posible salir adelante porque el bolivianos es conocido como trabajador”.

HISTORIAS DE VALENTÍA

Nancy Magaly Acevedo actualmente es una emprendedora, que ingresó al negocio del mercado en red, situación que le permite manejar sus horarios y cuidar de su esposo y de sus dos hijas.

Ella vive hace 13 años en Madrid y desde su adolescencia tuvo el sueño de “comerse el mundo” y a los 13 años dejó Kami (Ayopaya), donde su padre trabajaba como minero. A los 19 emprendió la aventura. Cruzó el Atlántico y llegó al Viejo Mundo. Su único fin era encontrar trabajo para mantener a su hija que se quedó en Bolivia con un familiar. “Emigrar es para gente que tiene claro lo que quiere y está consciente que empezar es difícil, pero no imposible”, dice.

Tomó la decisión aunque no conocía a nadie. Su único punto a favor era el dominio del idioma. A su llegada a España trabajó como asiste personal y en la limpieza de obras de construcción. Por su condición de ciudadana “ilegal” llegó a trabajar hasta 15 horas diarias.

La migrante cuenta que son pocas las leyes que amparan a los extranjeros que no cuentan con residencia. “Si uno no conoce la legislación laboral, pierde el derecho de poder exigir un aumento o un aguinaldo”.

Ella también trabajó como empleada “cama dentro”, pero lo dejó porque el esposo de su jefa la acosaba. Hubo temporadas en que dormía tres horas al día. Se empleó como camarera en turnos de siete de la noche hasta las cuatro de la madrugada. Tres horas después continuaba su faena limpiando casas, hasta pasado el mediodía. Los fines de semana trabajaba cuidando a personas mayores.

En ese entonces, el amor también tocó su puerta y formó su hogar, donde nació su segunda hija. Con el paso del tiempo logró que su hija mayor se vaya a España.

Para Nancy Magaly, otro de los problemas que los bolivianos enfrentan en el exterior es la insuficiente formación.

“Lo peor es que estudiamos para seguir siendo empleados”.

A pesar del poco tiempo que disponía, comenzó a estudiar la carrera de Auxiliar de Enfermería, vía internet.

A los cinco años de permanencia en Madrid, consiguió permiso de residencia. A pesar de que comenzó a ejercer en su profesión, no lograba disponer de tiempo para su familia, es por ello que ingreso al negocio en el mercado virtual, lo que le permitió realizar su sueño. “Para mí, la vida es estar con los hijos, dedicarte tiempo a tí mismo y poder disfrutar de lo que haces”.

Por su parte, Ivan Nakamura espera trabajar tres años más en Ginebra y después regresar a Bolivia o algún país latinoamericano. Coincide con Magaly acerca de las dificultades que enfrenta un migrante en Europa, pese a su fortaleza. “Con decirte que siento menos frío en la montaña que las personas que se han criado aquí (Suiza)”.

Los bolivianos son fuertes y trabajadores y su mano de obra es reconocida y demandada, pero el trato es diferente al de los europeos. “A pesar de todo, es posible adaptarse a todo”, dice Nakamura.

Ambos aseguran que extrañan su patria y su familia, aunque dicen que llevan a Bolivia en el corazón y la tienen presente donde quiera que estén.



BÚSQUEDA DE SUEÑOS

La realización de aspiraciones motivó a los esposos Tatiana Chávez Chacón y Jorge Luis Ríos Martínez a buscar nuevos horizontes en Europa. Decidieron emigrar a Italia hace nueve años para ejercer su profesión, la comunicación social.

La pareja explica que su ventaja, sobre otros bolivianos que llegan a Europa, fue que contaban con el apoyo de familiares que radicaban allá. No fue fácil, al principio tuvieron que trabajar en todo tipo de labores, como la mayoría de los migrantes.

Con esfuerzo lograron estabilizarse económicamente y comenzaron a ejercer el periodismo. Sus primeras experiencias en medios de comunicación fueron en “Hola Italia” y “Bérgamo Sport”. Esto les abrió importantes espacios y les generó experiencias satisfactorias como la cobertura de la investidura del papa Francisco, en el Vaticano, y la demanda marítima boliviana en La Haya, en Holanda.

Luego, lograron alianzas laborales con medios impresos y televisivos bolivianos. Fue una experiencia positiva.

Ahora, esperan a su primogénita, Giorgia, para el 22 de diciembre. La aguardan con gran ilusión.



LA CULTURA

A 649 kilómetros de distancia, en Suiza, radica Sandra Mejía López. Llegó allá junto a su familia en 2004 y desde entonces vive en Ginebra. Para ellos es importante la promoción de la danza boliviana, tanto en Suiza como en los demás países de Europa.

Hace siete años integran la fraternidad de morenada Inty Raymi. En algunas ocasiones también bailan otros ritmos como caporales y tobas. “Siempre tratamos de mostrar nuestra cultura aunque no somos muchos bolivianos en esta cuidad (Ginebra)”.

Mejía cuenta que el grupo se fundó en 2007, y ellos ingresaron un año después, primero se incorporó Sandra junto a su hermana y posteriormente, sus hijas menores. “Ellas no nacieron en Bolivia pero les gusta nuestra cultura”.

La principal satisfacción para la familia Mejía, y los demás participantes de la agrupación es “ver cómo los europeos disfrutan del colorido de los fastuosos trajes y del ritmo cadencioso”.

La danza les permitió participar en diferentes actividades de países vecinos, por ejemplo en los carnavales de París (Francia) y Barcelona (España). También asisten a presentaciones en ciudades como Lausanne y Zurich, donde participan por premios económicos. “Conocemos casi todos los cantones de Suiza” y cuando llegan grupos como los Kjarkas, Llajtaymanta y María Juana, suelen acompañarles como parte del cuerpo de baile.

El amor por la cultura también se refleja en las actividades que realizan los residentes bolivianos en Estados Unidos. Los migrantes cuentan que las principales dificultades encaradas son el idioma, la comida y la cultura.

David Joaniquina Uribe, quien vive más de 30 años en Suecia, dice que “lo que más se extraña es la cultura y la espontaneidad de la gente, nuestra música, los vínculos familiares que aún se conservan en nuestros países”.

Joaniquina destaca la visión cosmopolita del mundo del mundo que existe en el país nórdico, debido al elevado nivel educativo que existe.

Otras ventajas en las que coinciden los migrantes son relacionadas al orden, la disciplina y seguridad. Además, el apoyo gubernamental a las manifestaciones artísticas y culturales.




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