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miércoles, 6 de marzo de 2013
Un autobusero es el llamado a llenar el vacío del líder político
El vicepresidente Nicolás Maduro Moros, 50 años, designado por Hugo Chávez como su heredero político, es un exconductor de autobús y sindicalista que afronta el reto de llenar el vacío del popular y carismático líder fallecido ayer a los 58 años.
Este político de físico portentoso y poblado bigote negro, nacido el 23 de noviembre de 1962 en Caracas, y que suele vestirse con guayaberas, fue nombrado sucesor por el propio Mandatario, quien pidió en diciembre a los venezolanos, antes de ir a Cuba para ser operado, que si él quedaba “inhabilitado” eligieran a Maduro, porque es “un revolucionario a carta cabal” y “un hombre con mucha experiencia”.
Maduro era considerado del ala moderada del círculo más próximo al Presidente. Fue nombrado Vicepresidente tras la última reelección de Chávez, después de seis años al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Miren dónde va Nicolás, el autobusero Nicolás. Era chofer de autobús en el metro, y cómo se han burlado de él”, dijo Chávez al nombrarlo número dos.
Con la última recaída de Chávez, Maduro, que también fue dirigente sindical del Metro de Caracas, se vio obligado a ocupar su lugar, pese a asegurar que nunca tuvo deseos de ser presidente. “Pienso en Chávez como Presidente”, “jamás he tenido ambiciones personales ni personalistas”.
En casi tres meses en los que se encargó del Gobierno en ausencia de Chávez empleó un tono cada vez más alto y amenazador frente a la oposición, similar al que solía usar el Mandatario.
“Maduro quiso parecerse a él (Chávez), una estrategia de llenar vacío y de atemorizar a adversarios en momentos en que su líder fundamental no estaba, pero también para marcar terreno” para unas elecciones, explicó a la AFP Luis Vicente León.
Al líder opositor Henrique Capriles Radonski —su más posible contrincante en los próximos comicios—, por ejemplo, lo calificó de “sifrinito (rico) perdedor” y le advirtió que “por donde muestre la cara, palo va a llevar del pueblo”.
También abrió investigaciones, con amenazas de cárcel incluidas, contra altos dirigentes de la oposición por supuesta corrupción y denunció planes de la “ultraderecha” para atentar contra su vida y la de Diosdado Cabello.
Sin embargo, los analistas destacan de su etapa como canciller su tono conciliador y su gran capacidad de influir y negociar entre las distintas facciones de la coalición oficialista. Tiene “la naturaleza de canciller, dispuesta al diálogo”, opino Ricardo Sucre.
Cabello, en la segunda línea de confianza
Además del ahora presidente en ejercicio Nicolás Maduro, la línea de confianza de Hugo Chávez es secundada por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien demandó ayer del chavismo unidad y no fallarle al extinto líder político.
“Estamos obligados a no fallarle al comandante”, arengó el también exvicepresidente, exministro de Infraestructura y exgobernador del estado de Miranda en una comparecencia ante los periodistas, según AFP.
El actual ministro de Relaciones Exteriores, Elías Jaua, es otro de los hombres clave del proceso bolivariano. “Se le mira con buenos ojos desde La Habana, donde, sin embargo, se duda sobre su capacidad para transar con sectores distintos”, analiza el diario El País.
Adán Chávez, hermano mayor del fallecido Mandatario y gobernador del estado de Barinas, no se muestra políticamente seductor, aunque se presume que pueda alegar el parentesco para una eventual búsqueda de poder. En 2011 parecía el candidato preferido por La Habana para la sucesión presidencial, dice el diario.
Más atrás, Rafael Ramírez, ministro de Petróleo y Minas, y presidente de la estatal petrolera PDVSA, es otro de los cuadros claves. Sabe desenvolverse en ambas funciones. “Guarda las llaves de la caja, cada vez más negra, a la que entra la renta petrolera y desde la que se financian los programas de asistencialismo cruciales para la fortuna electoral del Gobierno”, afirma El País.
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