El Tribunal de Milán declaró ayer “contumaz” al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, por no presentarse a la reanudación del proceso Mediaset, el primero de los juicios pendientes que se retomó en la capital lombarda y en el que el Mandatario está acusado de un supuesto fraude fiscal.
El tribunal que juzga a Berlusconi, presidido por el juez Edoardo D’Avossa, tomó esta decisión después de que sólo se apersonaran los abogados del primer ministro, Niccolò Ghedini y Piero Longo, sin presentar una solicitud de legítimo impedimento para excusar la ausencia del premier en la primera vista de la nueva fase de este complicado proceso.
“Legítimo impedimento”
La defensa del primer ministro ya había anunciado en los últimos días que no intentaría acogerse al legítimo impedimento, la norma que permite a Berlusconi y a sus ministros ausentarse de los juicios siempre que tengan que atender compromisos oficiales de Estado.
Esta ley había permitido hasta ahora la suspensión de los juicios a Berlusconi en base al mecanismo autónomo de justificación de la ausencia del político que establecía, pero el pasado 13 de enero el Tribunal Constitucional dictaminó que deberá ser el juez en cada caso quien decida si es legítima la no comparecencia del jefe del Ejecutivo.
El Tribunal de Milán juzga la compraventa de los derechos de transmisión de películas estadounidenses por parte de Mediaset (el grupo audiovisual de Berlusconi ) bajo la sospecha de un aumento artificial del precio real de los derechos para evadir dinero al fisco y desviarlo a cuentas en el exterior.
En esta primera audiencia tras el parón por la suspensión del proceso en abril de 2010, que cuenta con una importante expectación por parte de los medios de comunicación, está previsto que se fijen las fechas de las próximas vistas del proceso.
El 6 de abril se iniciará el juicio por el caso Ruby, en el que el Berlusconi está acusado de abuso de poder e incitación a la prostitución de menores, un asunto que concita un gran interés en todo el mundo y que podría marcar un punto de inflexión para el premier italiano.
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