“¡Obama, escucha, estamos en la lucha!”; “Legalización, o no habrá reelección!”, decían los cánticos de miles de manifestantes, en su mayoría inmigrantes de Centroamérica y México que ayer marcharon en Los Ángeles para reclamar al Gobierno estadounidense de Barack Obama que frene las deportaciones y cumpla su promesa para legalizar a millones de indocumentados. En Estados Unidos, donde ocurrieron los hechos que dieron lugar a la celebración del 1 de Mayo, la fecha no figura como día conmemorativo en el calendario.
Los organizadores cifraron en 10 mil los inmigrantes que salieron a las calles del centro angelino, según indicaron a la AFP Francisco Moreno, portavoz del Consejo de Federaciones Mexicanas en Norteamérica (Cofem), y Javier Rodríguez, representante de la Coalición 25 de Mayo. Por su parte, la Policía contó tres mil marchistas.
En Cuba, “Un Primero de Mayo con más razones que nunca”, es uno de los titulares del portal Cubadebate que refleja de manera elocuente lo que fue el festejo de los trabajadores cubanos. Ayer, a las siete y treinta de la mañana (12.30 GMT), en La Habana se inició el desfile del pueblo de la capital, en representación de todo el movimiento obrero cubano. También estuvieron presentes más de mil amigos de la revolución de 63 países. Los trabajadores cubanos reafirmaron su compromiso con el socialismo y respaldaron las nuevas líneas de su Gobierno revolucionario.
EUROPA Y aMÉRICA LATINA
En España, los sindicatos aseguraron que hay “4,9 millones de razones más”, en alusión a la cifra de desempleo, para echarse a la calle en manifestaciones que reunieron a decenas de miles de personas en más de ochenta actos con motivo del Día del Trabajo. “Siempre hay razones para mostrar lo injusto de un mundo que no se asienta en la distribución adecuada de la riqueza, este año en España, si cabe, hay 4.910.200 razones más que en otras ocasiones para echarse a la calle”, dijo el secretario general del sindicato CCOO, Ignacio Fernández Toxo.
En Sudamérica, las marchas por el Día del Trabajador en Bogotá se vieron entorpecidas por la actuación policial que reprimió con gases lacrimógenos a los trabajadores que salieron a marchar para conmemorar la fecha, dejaron una cifra de heridos aún no precisada.
El principal escenario de la represión policial fue la plaza Bolívar de la ciudad. En el lugar se encontraban varios dirigentes sindicales y del Polo Democrático que esperaban por la concentración que venía desde la Plaza de Toros de la capital. En el lugar, un contingente policial empezó a disolver la concentración luego de que un pequeño grupo lanzara objetos contundentes.
“Da lástima que se haya dañado una marcha tan hermosa”, afirmó Clara López, presidenta del Polo Democrático Alternativo.
En Caracas, el presidente Hugo Chávez abrió la jornada: “Buen día a La Candanga. Vaya un abrazo a todos los y las trabajadoras de la Patria y del mundo. ¡Vamos todos a la gran marcha! ¡Venceremos!”. La movilización de los trabajadores socialistas en Caracas partió desde el oeste de la capital en la populosa plaza Sucre de Catia para continuar, vía centro, por la avenida Sucre, la plaza O’Leary, en El Silencio, y de allí tomar la avenida Lecuna y luego finalizar el recorrido en la conocida avenida Bolívar.
La lucha por las ocho horas de trabajo
En 1886, el presidente estadounidense Andrew Johnson promulgó la llamada Ley Ingersoll que estableció la jornada de ocho horas. Al poco tiempo, diecinueve estados sancionaron leyes con jornadas máximas de ocho y diez horas (aunque siempre con cláusulas que permitían aumentarlas entre 14 y 18 horas).
Debido a la falta de cumplimiento de la Ley Ingersoll, las organizaciones laborales y sindicales de EE.UU. se movilizaron. La prensa calificaba el movimiento como “indignante e irrespetuoso”, “delirio de lunáticos poco patriotas”, manifestaron que era “lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”. El 1 de mayo de 1886, 200 mil trabajadores iniciaron la huelga, mientras que otros 200 mil amenazaban con parar.
En Chicago, donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peores que en otras ciudades del país, las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo. Los enfrentamientos de los trabajadores de la fábrica de maquinaria agrícola McCormik, que era la única que no había parado, llevaban más de dos meses de agitaciones, con los patrones y rompehuelgas contratados para tales efectos.
El choque fue violento. Al día siguiente intervino la policía para dispersar a más de 50 mil manifestantes. El 4 de mayo se congregaron los obreros frente a McCormik.
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