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viernes, 23 de diciembre de 2011

El heredero deberá compartir el poder en Corea del Norte

Con desgarradoras escenas de histeria colectiva como telón de fondo, la muerte de Kim Jong-il desencadenó en Corea del Norte un trama de intrigas familiares al estilo de una obra de Shakespeare.

Hasta ahora, las FFAA le han declarado su respaldo a su sucesor, Kim Jong-un, pero algunos especialistas predicen problemas.

Christopher Hill, uno de los periodistas extranjeros que mejor conoce Norcorea, “con el fin de evitar luchas internas, cuando Kim Jong-il ascendió a general a su hijo Jong-un, también ascendió a su hermana Kyong-hui, de 64 años. Ellos dos formarán una especie de triunvirato junto al marido de ésta, Jang Song-thaek, vicepresidente de la todopoderosa Comisión Nacional de Defensa”.

Para Hill, según el diario español ABC, “Song-thaek está dispuesto a quedarse en el poder con el apoyo del ala dura de las Fuerzas Armadas, que lo sigue con una lealtad enfermiza”.

En teoría, el veterano cuñado del “Querido líder”, protegerá a su sobrino y sucesor, “pero, como si fuera una versión oriental de Hamlet, Jang Song-thaek podría emerger como rival en lugar de como mentor”, sostiene Hill.

Otros observadores rechazan esa hipótesis y señalan que, mientras Jong-un no reduzca ni interfiera con el poder de los militares, su presidencia estará asegurada.

Kim Jong-un representa la tercera generación de líderes del único Gobierno comunista hereditario. Cuando su padre, el “Querido líder”, tomó las riendas del país en 1994 tras la muerte de Kim Il-sung, tenía 52 años y llevaba dos décadas acompañándole en todos sus viajes, reuniones y apariciones públicas.

Jong-un, en cambio, no ha cumplido aún los 30 y lleva sólo un poco más de un año desde que fue ungido como “heredero al trono” de Corea del Norte.

“Debería haberse muerto antes”
Cruzando el río Tumen en la frontera con China, la señora Roh se fugó el año pasado de Corea del Norte para huir del hambre.

Alienados por la propaganda y aterrorizados por la represión, que mantiene a 200 mil presos en los denominados “kwan li so” (campos de trabajo), los norcoreanos malviven con cartillas de racionamiento mientras la dinastía de los Kim vive en una riqueza obscena y gasta millones en su programa armamentista y nuclear.

“Debería haberse muerto antes”, dice la señora Roh a ABC por teléfono desde Seúl, donde reside ahora. Roh no tiene esperanzas de que se produzcan cambios en el régimen estalinista.

Más de 20.000 desertores se refugiaron en Corea del sur tras escapar de Corea del Norte y vagar un año por China hasta que piden asilo en un tercer país.



“A mayor dolor es mejor para todos”
Los norcoreanos deben presentar su respeto tres veces al día al dirigente fallecido Kim Jong-il para mostrar fidelidad a la dinastía comunista, afirmó un experto surcoreano.

En la muerte en 1994 del padre de Kim Jong-il, el fundador de Corea del Norte Kim Il-sung, sólo se necesitaba una muestra diaria para probar fidelidad, explicó Kim Young-soo, profesor de ciencias políticas en la Universidad Sogang de Seúl. Ello reflejaría que la sumisión de la población se ha agravado.

“Está enraizado en la conciencia de los norcoreanos que se debe manifestar el dolor de la forma más aguda posible cuando el jefe supremo muere para evitar cualquier sospecha sobre su lealtad”, declaró a la agencia de noticias AFP.

“Cuanto más dolor demuestren, tanto mejor” dijo Young-soo.

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