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lunes, 26 de diciembre de 2011

Rousseff gobernó con mano firme a la potencia regional

Con el 2011 a punto de concluir, son fechas en las que los medios de comunicación eligen a los personajes del año: los Indignados, el desaparecido Steve Jobs o la actriz Meryl Streep por su soberbia interpretación de Margaret Thatcher podrían ocupar portadas.

Pero si la reencarnación cinematográfica de la Dama de Hierro, de Gran Bretaña, está destinada a ser un clásico cuando se estrene el filme, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, bien podría ser la personalidad latinoamericana de 2011 por su particular impronta a la hora de gobernar con mano firme.

“Desde luego, a primera vista la conservadora Thatcher y la socialista Rousseff son dos mujeres con trayectorias y estilos muy diferentes. Pero en lo relativo a su peso como estadistas en un ámbito, el de la política, regido por hombres, ambas coinciden en su capacidad de tomar decisiones, por muy duras que fueren, sin dejarse intimidar por la inercia del establishment testiculado”, escribe la periodista española Gina Montaner, desde Miami, para el diario español El Mundo.

Popular y enérgica

A un mes de cumplir su primer aniversario al frente del Gobierno, según datos de un sondeo del Instituto Ibope, la líder del Partido de los Trabajadores goza de un 72% de nivel de aprobación.

Su popularidad es mayor que la que obtuvo su antecesor y mentor, Luiz Inácio Lula da Silva, en el mismo periodo.

Sin embargo, éste no ha sido un año fácil para Rousseff, de quien muchos esperaban que se limitaría a ser una copia desvaída del carismático Lula.

Desde el principio, esta ex guerrillera marxista que evolucionó hasta transformarse en eficiente tecnócrata se desmarcó de su predecesor y trazó las pautas de una política centrada en combatir la corrupción institucional.

Rousseff no tardó en lanzar una cruzada sin tregua contra el enriquecimiento ilícito que en los primeros 365 días de su mandato se saldó con la dimisión de siete de sus ministros: las carteras de Trabajo, Casa Civil, Transporte, Agricultura, Turismo, Deportes y Ejército cayeron una tras otra.

Se trataba de dar ejemplo en un país donde el salario medio es de 390 dólares. “Esta vez, comprobaron gratamente sorprendidos los brasileños que habían elegido a un Jefe de Estado que practica la tolerancia cero con los bribones de la administración pública”, agrega Gina Montaner.

Enfrentada a una clase política que se aferra a privilegios y prebendas, Rousseff ha sorteado con firmeza las curvas de 2011. Cuando anunció recientemente que pondrá límites a los altos salarios de los funcionarios y magistrados, la protesta del colectivo no se hizo esperar.

Impertérrita, la Presidenta no cedió y los recortes formarán parte de las medidas del año entrante. Aunque la sociedad brasileña todavía le da un aprobado en lo referente a la erradicación de la pobreza (otra de las asignaturas pendientes que prometió acometer), Rousseff se ganó a pulso su creciente popularidad por tener el coraje de luchar contra uno de los males endémicos de Latinoamérica. Si algo nunca le faltó a Dilma Rousseff es coraje y así la define la biografía del periodista Ricardo Amaral, que se acaba de publicar en Brasil: Dilma. La vida requiere coraje, un repaso de la influencia que sobre ella ejerció su padre, su pasado guerrillero, las torturas que los militares le infligieron, los dos años que pasó en prisión, su maternidad, el salto a la política, su lucha contra un cáncer y su triunfo en las urnas.

La popularidad de la Presidenta
La popularidad de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, está en alza y alcanzó 72% en diciembre, según un sondeo del Instituto Ibope.

La Presidenta, que asumió el 1 de enero tomando el relevo a su padrino político Luiz Inácio Lula da Silva, registró una alta popularidad de 73% en marzo, pero ésta declinó a 67% en julio.

En septiembre, Rousseff se recuperó con 71% de aprobación, y confirmó el auge en diciembre.

La aprobación de Rousseff supera a las de sus antecesores tras casi un año de gobierno: Lula (2003-2010) obtuvo 66% y el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) un 57%.

También la popularidad del Gobierno en diciembre escaló cinco puntos desde septiembre, pasando de 51% a 56%. Un 32% de los consultados consideraron al Gobierno regular y apenas un 9% estimaron que es malo. El gerente de la encuesta, Renato Fonseca, atribuyó la mejora al buen momento económico en el país.

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