Después de haber participado en Nueva Delhi de la cumbre de los grandes emergentes Brics, la presidenta Dilma Rousseff lleva el nuevo protagonismo global de Brasil a Estados Unidos para su tercera reunión bilateral con Barack Obama, hoy en la Casa Blanca.
El discurso que tiene afilado la Presidenta brasileña ante las potencias habla del “tsunami financiero” o devaluación competitiva: Brasil acusa a Estados Unidos y la Unión Europea de emitir dinero a tasas cercana a cero que los bancos y empresas toman y depositan en los emergentes, con lo que presionan a las monedas locales y, de paso, a la competitividad de la industria.
Ésa es una obsesión de Rousseff: por eso lanzó un plan de protección industrial ante los importados por unos 32.000 millones de dólares para evitar la desaceleración mayor del gigante sudamericano, que creció apenas 2,7% en 2011.
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