El primer viernes después del mes de ramadán devolvió a las calles a miles de sirios para reclamar la caída del régimen de Bachar al Asad, que contestó a las protestas con su habitual baño de sangre, saldado con al menos 16 muertos.
En el vigésimoquinto viernes consecutivo que Al Asad se enfrenta a masivas manifestaciones, sus fuerzas de seguridad y los "shabiha" (fuerzas irregulares leales al régimen) cercaron mezquitas para impedir a los fieles protestar tras la oración del viernes, la más importante de la semana, y apostaron francotiradores en los tejados.
Según explicó a Efe Hozam Ibrahim, portavoz de los opositores Comités de Coordinación Local, las convocatorias más multitudinarias se vivieron en la provincia de Rif Damasco (junto a la capital), que también registró el mayor número de víctimas mortales.
CUATRO Nueve personas fallecieron en la represión de las protestas en cuatro localidades de esta provincia: Duma, Kfar Batna, Hamuriya y Arbín, donde un niño de 12 años figura entre las víctimas.
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