Cada vez está más claro que en los últimos 42 años Libia fue un país feudal, gobernado por el clan Gadafi.
Basta echar un vistazo a cualquiera de sus palacios y mansiones repartidos en todo el país norteafricano para comprobar que además de tratarse de una familia que gobernaba a su pueblo con mano firme, también vivía en la opulencia digna de cualquier jeque árabe.
Por eso, para muchos analistas no es extraño que los rebeldes reaccionaran con una mezcla de estupor y euforia contenida cuando descubrieron en la casa de Aisha, hija del presidente Muamar Gadafi, cubiertos bañados en oro, copas de cristal Karlovy, vestidos de Versace y decenas de zapatos sin estrenar diseñados por el exclusivo Manolo en Londres.
Un doble discurso
“Gadafi siempre manejó un doble discurso. Mientras criticaba a los imperialistas occidentales, negociaba el futuro energético de su país con sus amigos millonarios como Silvio Berlusconi. Nunca se privó de nada, sin importarle el precio”, sostiene Xavier Elorrieta, periodista de Radio Francia Internacional.
Por ello, mientras los rebeldes esperan la rendición del líder y éste desafía a la comunidad internacional amenazando con una guerra santa contra el invasor, cada vez son menos los libios que creen en su palabra.
“Es muy fácil hablar de lucha contra la pobreza desde un dormitorio italiano, con alfombras persas y sillones ingleses. Es sencillo prometer desarrollo, cuando lo único desarrollado es su chequera y los bienes inmuebles en Marbella y Londres”, escribe Ahmed Al Haudi, miembro del Consejo Nacional de Transición.
“Chuparon la sangre de nuestro pueblo. Nos dejaron un país roto que deberemos reconstruir desde sus cimientos”, agrega el rebelde Al Haudi.
Playas privadas, Bentleys y jets
Regatta parece una ciudad de las Mil y una noches. Un paseo por su playa privada de arena blanca basta para enamorarse de esta villa de inspiración italiana propiedad de la familia Gadafi, localizada al oeste de Trípoli.
En Regatta hay un supermercado Carrefour y una sucursal de Harrods, la exclusiva tienda por departamentos londinense. Pero también un concesionario de Bentley, campos deportivos de lujo, un complejo recreativo con un pequeño zoológico de especies exóticas y, por supuesto, un aeropuerto para jets privados.
En Regatta se hospedó uno de los mejores amigos del presidente libio, el jefe del gobierno italiano, Silvio Berlusconi, quien también es un buen amante del buen vivir.
“Pero Gadafi saboreó el lujo desde que los petrodólares ingresaron a las arcas del país por arrobas. Sólo hacía falta gastar”, explica el economista egipcio Yousseff Anoudi, en las páginas del diario catalán El Periódico.
Pasiones Gadafi
Riqueza Los bienes de lujo se multiplicaban en las residencias de la familia presidencial. Sin embargo, apenas hay constancia de algún libro.
Avión Muamar Gadafi realizaba sus viajes oficiales en un avión comercial de Air Libya. Sin embargo, tenía un jet privado para recorrer el país y visitar a las tribus leales. Este avión era un ejemplo de lujo y ostentación con muebles de madera diseñados en Austria.
Aisha La abogada de Sadam Hussein, el ex presidente iraquí, compraba en Rodeo Drive, en Los Angeles, y no faltaba a la pasarela de París.
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