El emperador japonés es un tipo serio e intelectual, pero su familia es una tormenta de escándalos. O al menos así lo describe la prensa sensacionalista del país.
En esta tierra donde algunos ancianos bien recuerdan los días en que era un delito difamar al emperador o su familia, la prensa local se regocija publicando el más mínimo desliz o imperfección de la monarquía, especialmente de sus mujeres.
El emperador Akihito, de 77 años, es descrito como un dignatario intachable, pero su esposa, que hace años estuvo envuelta en agrias disputas con sus suegros, es presentada como, digamos, endeble. ¿Y qué de su nuera, la princesa Masako? ¡Sin hijos todavía! ¡Qué tragedia!
Masako, esposa del heredero al trono, educada en Harvard y Oxford, es un blanco favorito de los columnistas, que se aferran al más mínimo incidente para mofarse constantemente de ella.
"La princesa se da por vencida, dice 'No me dejan trabajar''', gritaba un titular reciente. En otra ocasión la atención viró hacia su hija de nueve años: "Aiko se niega a ir al colegio, se encierra en la limusina".
La crónica periodística, acompañada de unas fotos borrosas, reconocía que la pequeña se quedó dentro de la limusina sólo por 15 minutos.
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