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domingo, 4 de septiembre de 2011

BOMBARDEOS EN LIBIA: Una guerra mediática por los grandes recursos

Luego de una semana de amenazas, en la madrugada del domingo 21 de agosto, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) comenzó a bombardear objetivos militares y puntos estratégicos del gobierno libio ubicados en las afueras de Trípoli y también destruyó sin piedad hospitales, casas, fábricas y otros objetivos civiles de la capital del país norafricano. En simultáneo a esta ofensiva, las milicias rebeldes comandadas por su órgano político, el Consejo Nacional de Transición (CNT), avanzaban por tierra desde barrios aledaños y libraban enfrentamientos contra los militares leales al gobierno de Muamar Gadafi. De este modo, con la ayuda de las potencias extranjeras, el domingo en la noche los sublevados lograron allanarse el camino e ingresar a la Plaza Verde, en el centro de Trípoli donde se declararon victoriosos de la batalla.

O al menos eso es lo que contó la mayoría de la prensa extranjera. Y si la televisión lo dice…

Sin embargo, algunos días más tarde, precisamente el viernes 26 de agosto, un canal de Rusia, llamado Rusia Today (RT), demostró que las imágenes que dieron la vuelta al Mundo de la toma de la Plaza Verde de Trípoli, y la captura del hijo de Gadafi, Seif el Islam, fueron un montaje para la televisión, armado por los dirigentes opositores desde Qatar.

“Había que mostrar a las masas de rebeldes. Para eso construyeron decorados en Qatar dos semanas antes” cuenta Marat Musin, miembro del Comité de Solidaridad con los pueblos de Siria y Libia.

“Nosotros teníamos esa información, sabíamos que habían construido decorados de la Plaza Verde en Trípoli. Contrataron actores profesionales. (El actor) Omar Jali interpretó increíblemente bien el papel del hijo de Gadafi. Todo el mundo vio como los rebeldes detenían al hijo del coronel”, explica.

La noche siguiente, el propio Seif el Islam apareció sano y salvo ante los periodistas extranjeros para desmentir la información sobre su arresto. “La OTAN y Occidente poseen altas tecnologías. Interrumpieron nuestra comunicación, mandaron mensajes al pueblo libio mediante las redes libias, cortaron la emisión de nuestros programas, emprendieron una guerra electrónica para generar caos y miedo en Libia”, dijo el hijo del Coronel libio.

Aquel anuncio de la detención incluso fue confirmado por el delegado de la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya, el fiscal argentino Luis Moreno Ocampo.

“Pero ya era tarde para dar explicaciones y las ventajas que sacaron los rebeldes quedaron al descubierto”, dice RT. “El CNT reconoció luego que la noticia falsa de la detención de Seif al Islam facilitó el avance rebelde en Trípoli. Según el primer ministro del CNT, Mahmoud Jibril, desde la aparición de dicha información 11 países reconocieron al Consejo como representante legítimo de Libia” finaliza el informe que reprodujo Telesur para América Latina.
Y así como se falseó esta noticia, anticipando lo que sucedería luego, muchos otros sucesos fueron creados por la prensa para los fines políticos acordes a “los rebeldes”, la OTAN y las principales potencias mundiales. Para comenzar por el principio, retomaremos los motivos por los cuales se inician los bombardeos a Libia y la persecución de Gadafi.

“Seis mil muertos” prepararon el campo de la batalla mediática

La guerra civil de Libia se inscribe en la llamada “primavera árabe”, que designa a una serie de revueltas que se iniciaron con la inmolación de un joven comerciante en Tunez. Las protestas subsiguientes en reclamo de reformas democráticas provocaron la caída de la dictadura del mandatario tunecino Ben Ali y pronto se extendió a otros países de la zona. Egipto también cayó, con la destitución de Hosni Mubarak después de 40 años de régimen y donde ahora se encuentra un comité militar que no logra encausar los reclamos populares.

En el caso de Libia, el estallido comenzó el 17 de febrero, en el Día de la Ira, cuando una movilización contra el arresto de un abogado de derechos humanos (en una protesta de familiares que reclamaban la liberación de presos políticos detenidos en una revuelta de 2006), en la ciudad de Bengasi, termina con 24 muertos por la represión.

Según describe una crónica de El País de España, que retoma las noticias emitidas para la fecha, ya el 20 de febrero, “el número de muertos en protestas asciende a 233”. Al día siguiente, “los opositores controlan ya Bengasi y Jalu y comienzan las primeras deserciones del régimen: dimite el ministro de Justicia, Mustafá Abul Jalil, por el ‘uso excesivo de la fuerza’ contra los manifestantes y los imanes (líderes religiosos) de las mezquitas llaman a la lucha. El Parlamento y el edificio que alberga el Ministerio de Justicia en Trípoli son incendiados. Los opositores toman Bengasi y Jalu y 20.000 refugiados se hacinan en la frontera con Túnez”. Es decir, abruptamente la oposición tomó el control de distintas ciudades opositoras a Gadafi.

Al respecto de las “masivas protestas” en Libia, el analista francés Guillaume de Rouville escribe: “Enseguida nos presentaron ante las cámaras algunas ralas «multitudes» de rebeldes que, curiosamente, reunían a más soldados e islamistas que llamaban a la guerra civil que a estudiantes pacíficos que reclamaban, como vimos en Túnez y Egipto, la democracia con sus teléfonos móviles en las manos. Con unos cientos de personas crearon un espejismo para anunciar un levantamiento general que no existía. El levantamiento se circunscribe a una o dos ciudades, principalmente Bengasi y Derna, ambas situadas en Cirenaica”, región conocida por su oposición al poder central y su proximidad a los movimientos islamistas más extremistas de la región.

De este modo, continúa Rouville “Al-Yazira, la cadena televisiva del emir de Catar (valioso aliado de Estados Unidos) que cubrió ampliamente las revoluciones de Túnez y Egipto, sin embargo fue incapaz de mostrarnos las multitudes en delirio democrático en Bengasi u otros lugares del territorio libio. En vez de eso veíamos a algunos rebeldes de Bengasi empuñando armas pesadas o conduciendo tanques, y al ex ministro de protocolo de Gadafi, Nuri Mesmari, con la Torre Eiffel al fondo, llamando a la revolución en nombre de los derechos humanos que él no defendió nunca: Mesmari se refugió en Francia en noviembre de 2010, varios meses antes de que el viento de la revolución llevase la confusión a las oligarquías árabes”.

“La cadena catarí –sigue el analista– afirmó que el 21 de febrero los aviones y helicópteros de Gadafi abrieron fuego contra los manifestantes, aunque no pudo proporcionar ni una sola imagen para apoyar sus afirmaciones a pesar de la presencia de sus periodistas sobre el terreno”.

Hacia el 2 de marzo, los medios titulaban “París afirma que hubo seis mil muertes desde la insurrección en Libia” y esta información estaba en boca del vocero de “la Liga Libia de Derechos Humanos”, Ali Zeidan, “en ese momento tan próximo a la rebelión que también era portavoz del Consejo Nacional de Transición” asegura Rouville.

En ese momento, el gobierno libio estimaba la cifra de muertos en 300. “No importa que unas semanas después se supiera que los bombardeos a las multitudes democráticas no tuvieron lugar. Pero los medios de comunicación dominantes no se harán eco de la noticia”, dice el francés.

La “guerra” de SarkoZy

Sarkozy –con el apoyo de Estados Unidos– instaló su liderazgo en una cumbre sobre el tema en París, para asumir el mando de la operación; por lo que los críticos estadounidenses calificaron al conflicto como “la guerra de Sarkozy”.

Desde entonces la operación es dirigida por el comandante canadiense Charles Bouchard desde una base en Nápoles, donde una decena de oficiales franceses asesoran al responsable de la OTAN.

El gobierno galo reconoció haber entregado armas a los rebeldes libios, algo que no fue bien recibido por algunos países, dado que la resolución de la ONU –base jurídica de la intervención– sólo permite la defensa de los civiles de los bombardeos.

Luego del anunciado y “victorioso” ingreso de los rebeldes a Trípoli, Sarkozy nuevamente se adelanta y convoca a reunirse en París a los líderes del CNT, y extendió la invitación para la semana próxima al Grupo de Contacto, integrado por una veintena de países.

“Francia espera sacar provecho de su activa participación, al posicionar sus empresas en la reconstrucción del país”, asegura el sitio de internet Mediapart. Los intereses galos están claramente definidos por la petrolera Total, que ya entra en competencia con la italiana ENI (Ente Nazionali Idrocarburi, cuyas inversiones en Libia están estimadas en unos 30 mil millones de dólares) la otra potencia europea que busca hacerse de un espacio preferencial en el territorio norafricano.

Francia y Libia, enemigos íntimos

Francia ha sacado provecho de la relación con Libia en tiempos anteriores. En 2007, Sarkozy recibió a Gadafi en París, en momentos en que la diplomacia occidental comenzaba a criticar a su régimen.

El mandatario francés consiguió grandes contratos, de armamento, de construcciones -especialmente el nuevo aeropuerto de Trípoli, adjudicado a una empresa gala- y la venta de una central nuclear de energía civil, recuerda el diario Le Parisien.

En ese entonces, el gobierno francés accedió a todas las extravagancias solicitadas por el mandatario libio, por quien fue cortado el tránsito nocturno en las orillas del Sena para que pudiera recorrer el río en barco y a quien se le permitió instalar una carpa para dormir en el patio de la residencia oficial y donde una decena de mujeres agasajaron a la comitiva libia, según reveló el corrosivo semanario Le Canard Echainné en abril pasado.

Allanado el camino con la resolución de la ONU y “los seis mil muertos por la represión”, los bombardeos comenzaron el 19 de marzo (a un mes del inicio de las revueltas) por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña y el 31 quedaron en manos de la OTAN.

¿Qué es el CNT?

El 28 de febrero la oposición a Gadafi estable un “Consejo Nacional” para la transición, que nuclea a varios sectores, desde líderes de tribus (en Libia hay 140 clanes tribales) hasta intelectuales y ex funcionarios. Su sede provisional está en la ciudad de Bengasi, segunda ciudad del país y bastión histórica de la oposición. El llamado “Grupo de Contacto” integrado por 30 países decide descongelar más de 30 mil millones de dólares de haberes pertenecientes al Estado libio, “ya que es el CNT el que asume ahora esta responsabilidad”, según lo anunciaron a la prensa.

En palabras del analista Guillaume de Rouville, el CNT es “una formación política heterogénea formada por dos sectores irreconciliables: por un lado los antiguos cuadros de Gadafi, que vieron que cambiaba el viento, de tendencia más bien laica [entre ellos el que fue ministro de Justicia del dictador hasta el 21 de febrero, Mustafá Abdel Jalil, actual presidente del CNT, supervisor con el ministro del Interior de la tortura de las enfermeras búlgaras liberadas gracias a la intervención de Sarkozy y que ha sido señalado por Amnistía Internacional como un hombre particularmente indeseable; y Abdul Fatah Younis, exministro del Interior de Gadafi y antes jefe de la policía política]; y por el otro lado los fundamentalistas que reclaman la Sharia (ley islámica)”.

Sobre las características de estos grupos, el intelectual opina que “ni unos ni otros tienen un pasado de militantes por los derechos humanos, pero qué importa, las democracias saben convertir al yihadista en demócrata y al islamista terrorista en musulmán moderado amigo de Occidente cuando hace falta. El hecho de que los eminentes miembros del Consejo Nacional de Transición tengan vínculos con los movimientos terroristas islámicos, y puede que incluso con al-Qaida, no parece importar mucho a nuestros expertos en geoestrategia y especialistas de la guerra contra el terrorismo.

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