El presidente Barack Obama debe conmover esta semana a la base del Partido Demócrata como paladín de las minorías, de los derechos civiles y sociales en Estados Unidos, cuando según la oposición no merece la reelección, acusado de fracasar en la reactivación de la economía americana.
El Partido Demócrata se reunirá desde hoy en Charlotte, Carolina del Norte, para celebrar su convención nacional e investir el jueves a Obama como candidato para las elecciones del 6 de noviembre frente al candidato republicano Mitt Romney.
“La gran ventaja de Obama es que su convención será después de la republicana y puede ampliar su propio argumento”, dijo a la AFP Larry Sabato, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Virginia.
La cumbre demócrata tiene lugar una semana después de que los republicanos realizaran la suya en Tampa, Florida, donde el jueves eligieron como presidenciable al multimillonario ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney. Pero “en contraste con los republicanos, el Presidente también hablará sobre otros temas como la inmigración y el aborto”, dijo Sabato. Porque “si Obama se centra sólo en la economía, tiene grandes posibilidades de perder. Así que tiene que ampliar su enfoque e incluir temas sociales”, agregó.
Unos 6.000 delegados se reunirán en Charlotte, ciudad que ya se convirtió en una suerte de parque temático pro Obama, donde deambulan militantes demócratas, abundan las conferencias de grupos defensores de las políticas del Presidente y, por supuesto, hay puestos para vender desde camisetas hasta salsas picantes con la imagen y el logo del Primer Mandatario afroamericano del país.
Entre el martes y jueves, políticos famosos ofrecerán sus discursos en el anfiteatro Time Warner Arena, de Charlotte. El ex presidente Bill Clinton (1993-2001) será agasajado por los demócratas de su estado con una fiesta privada, de 150 dólares la entrada, con la participación de la actriz Ashley Judd y el músico de Black Eye Peas, Will I.Am, un día antes que hable en la convención. Analistas y asesores del partido reconocen que será difícil recrear el mismo entusiasmo de 2008, dado los rigores de la crisis financiera global.
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